viernes, 16 de octubre de 2015

Las cosas que me dan miedo no tienen nombre.

Me da miedo el lunes de clases, ducha y serie.
Me da miedo el martes de clase, ducha y serie.
Me da miedo el miércoles de clase, ducha, chino y serie.
Me da miedo el jueves de clases, hamburguesas, ducha y serie.
Me da miedo el viernes que arrastra una rutina que me encanta
y temo que te aleje.

Me temo a mí
porque me pesan más las pesadillas
que la realidad.
Le temo al fin,
y le temo a la vida si te vas.

domingo, 30 de agosto de 2015

Me dueles.

Me duele la ausencia y el reloj;
el tic-tac y el miedo a la derrota
de unos sueños
arrojados por la borda.

Me duele el detonador,
que les condena
a un futuro
sin historia.

Me duele el calendario tachado,
a deshora,
de una espera
cocida a fuego lento,
de unas ganas clamando la victoria.

Me duele la apatía y el silencio
como soga.
Me duele la inclemencia,
la desidia tormentosa.

Me duele el exilio
de almas
entre muros de metal;
me duele Siria,
me duelen sus vidas...


Me dueles, libertad.

miércoles, 19 de agosto de 2015

No me da la gana.

No me da la gana callarme
cuando os puede la agonía del vacío
que tratáis de llenar intentando reducir
a escombros
los cimientos de alguien;
no me da la gana aguantar
la egolatría de unas mentes
destinadas al desastre.

No me da la gana recalcar mis posiciones
como en pleno campo de batalla;
no me da la gana tener que soportar
los cuentos de bufones
con historias insanas.

No soporto a los que
juegan a ser sastres
de otras vidas
sin haberse tejido antes;
no aguanto la exaltación
de un dolor que no existe
de la toxicidad que te
define,
del eufemismo que te invade.

No me da la gana participar en tu juego
de ser la víctima de tu propio miedo;
no me da la gana callarme la osadía de recordarte que tu vida es un desastre y
hasta el vacío sin ti
se siente lleno.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Desde que no estás.

Desde que no estás
le tengo miedo al silencio,
al tumulto de los gritos en mi cabeza
preguntándose por qué tu brazo
no rodea mi cintura cada noche.
Le tengo miedo
a la distancia que separa tu piel de la mía,
a los suspiros
que no siento.

Tengo la ansiedad alojada en la garganta,
añorando el recuerdo de tus manos hechas ley para mi piel,
y estoy borracha.

Echarte de menos
se me antoja a redundancia y la idiotez nunca fue cosa de sabios
pero la poesía está llena de arrogancia,
y yo prefiero ser mantra
a un boca a boca de diablos.

No quiero que seas mi musa
porque quiero que te autodefinas,
porque prefiero tu libertad a la mía.

Invoco a la hipocresía
sonriendo cuando no estás,
en un vano intento de demostrarle al mundo
que todo va bien aquí dentro.
Y entonces tiemblo y cuento
los días para correr de mis restos
a tus besos.

Le temo a lo incierto
de los días sin besarte,
a ceñirme a la insistencia de los te echo de menos,
de los quiero mi vida contigo
de los muero por abrazarte.

Me duele el silencio, amor
pero qué poco queda
para dejar de imaginarte.

sábado, 18 de julio de 2015

Balada triste de tu ausencia.

Hoy he dejado las ventanas abiertas de par en par
y no ha entrado tu olor.

Todo está más ordenado que de costumbre y paradójicamente
no lo soporto.

Mi almohada
echa de menos
que la secuestres
en mitad de la noche,
aferrándote a ella como un náufrago
se aferra a su última esperanza.

Tengo cientos de cartas olvidadas en cajones
esperando a ser enviadas,
que no lanzo a volar
por miedo a que descarrilen
a tu encuentro.

-Tú siempre fuiste el mejor mensaje que nadie podría recibir: Tuve suerte de tropezar con tus atardeceres-.

Odio las vías erráticas del tren,
los fúnebres abrazos
de despedida que otorgamos
por no poder
guardar las lágrimas
insolentes y fugitivas.

No soportamos el ruido
 de
la ausencia
ni el silencio de las mañanas
ni la luz
ni la oscuridad
ni la nada.

Todo cambia si pierdo el tiempo, abrazada a ti.

-No hay tiempo mejor aprovechado
que soñar despierta anclada al laberinto de tus piernas.-

Ya lo dijo un viejo lobo de mar:
No exilies mensajes
en una botella
si te has enamorado del mar.

viernes, 12 de junio de 2015

Todo nos queda por serlo.

El invierno es mi tregua si me despierta tu voz,
el verano es mi otoño si sólo me acompaña tu ausencia.

He descubierto el mar en tus piernas
y mis diques se secan si te vas...
Vuelve pronto, amor.

Recuerda,
no quiero hacerme a la idea.
No quiero decirte hasta pronto y sentirme vacía cuando
sea la sábana quien me abrace y no tú.
El suelo echa de menos tu ropa,
yo echo de menos amanecer anclada a tus costillas
como quien naufraga en medio de la tormenta
de tu boca.

(En todos los espejos es domingo
si no me abrazas por la espalda).

Aún no te has ido, amor, y ya te echo de menos.
Aún no hemos sido, amor, todo nos queda por serlo. 





miércoles, 13 de mayo de 2015

TOC.

A veces no sé ni cómo me llamo.
Da vueltas mi cabeza y vueltas y vueltas y vueltas.
Ordeno una y otra vez los objetos de la mesa
tratando de ordenar lo que tengo en la cabeza
pero no surte efecto.
Me debato entre la ansiedad que me provoca
y el desorden que tengo dentro.
Todo es impar y me molesta.
Tiemblo.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
El sonido del reloj me perturba.
Ordeno de 4 formas diferentes mi habitación justo antes
de que llegue
tratando de calmar mi nerviosismo
como si se tratara de un niño que ve la nieve
por primera vez.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.

Os hablaría de que ordeno mis libros por tamaño
a veces por color, temática y pasta.
-Me encanta comer pasta,
también gastarla.-
Gasto pasta en penas, alegrías en dulces o salados.
Coloco lo dulce a un lado, lo salado a otro.
Me agobio y vuelve a retumbar el reloj.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
Los objetos van de menor a mayor,
los lápices, por color.
Ordenados.
Milimétricos.

Os hablaría de la ropa ordenada en mis cajones
Pero de pronto llega ella y
Tic-tac
tic-tac
tic-tac
tic-tac
desordena mi cabeza para
ordenarme los latidos y comprendo que no hay
desorden más bonito que el de su ropa a los pies de mi cama.

Tic-tac
tic...tac
tic
....
tac.

tic

...

...

tac.





domingo, 15 de marzo de 2015

Me bastó besarte.



Para reconstruir, para emparedar los recuerdos y convertirlos en los cimientos de todas mis ruinas, me bastó besarte.

Me he planteado cambiar el pasaporte,
renegar de una patria sin nombre y anclar
mis raíces a la curva que forma tu espalda

Transformas la habitación
-y mi vida-
en la utopía que nadie se atrevió a soñar.

Desgarras mi corazón
y éste empieza a dictarme
todos los te quieros que llevan dibujados
cada una de tus pecas.

Dejaste tu corazón de carmín
escrito en el espejo de mi armario,
la guerra en las sábanas,
los versos en el cuello
tu letra en las ventanas,
en definitiva,
eres
el olor a café recién hecho
un domingo de resaca.

No creo en la suerte,
pero creo en ti,
y eso es lo más parecido a creer
en los milagros
que conozco.

martes, 10 de marzo de 2015

Imagina.

La luz rosácea del amanecer,
el olor a azahar,
el sonido de las uñas de los perros abandonados
paseando por el asfalto.
La miel,
su sabor,
el tacto de una jarra de cerveza
congelada
encima de la barra de tu bar favorito.
La luz de las velas
reflejada en la piel de la persona
a la que amas.
La sonrisa de tu hermano pequeño,
el olor a libro nuevo,
las ganas de aprender,
el sabor del primer beso,
tu primera vez.
La expresión de unos ojos
cuando reciben un regalo inesperado,
los cuadros de Klimt, de Dalí, de Frida Kahlo,
pisar la hierba con los pies descalzos,
el sonido de un saxofón,
la música de Bethoveen, de Metallica,
de Jorge Drexler,
la fidelidad de los perros,
el ronroneo de los gatos
el cine de Kubrick, de Buñuel,
la poesía de Lorca, de Pizarnik,
de Alfonsina Storni,
los arco iris,
las estrellas,
el atardecer,
la rutina.
Imagina que todo eso desaparece a golpe de bomba.


Imagina tu vida en Palestina.





miércoles, 18 de febrero de 2015

Márcame la piel, que ya me has marcado a fuego la vida.

Llegó en diciembre.
Todo era gris hospital y ahora suenan violines
como si fuera agosto.

Supongo que llegó para revolverme la vida con sus labios rojos.

A ratos suena Andrés
y no sé si quiero romperme la vida en sus medias
o romperle las medias durante toda mi vida.

A veces lee a Hermann Hesse apoyada
en mi hombro
y os juro que cerraría todas las bibliotecas del mundo
para leerle los labios.

Podría alumbrar la oscuridad de la pena
con su forma de amanecer
pero es de las que piensan que las rosas
no calman el dolor de los cementerios.
No le falta razón,
al fin y al cabo matamos seres vivos
para adornar a los muertos.

Me ha puesto la vida con piel de gallina,
y no seré yo la que trate de alzar el vuelo
inútilmente.

Le digo a las flores que he vuelto,
le pido a la vida que te quedes.




martes, 27 de enero de 2015

Voy a joderte la vida enamorándome de ti.

Voy a joderte la vida
enamorándome de ti.

Siento decirlo, amor;
pero no he encontrado
forma más directa
de
decirte que tengo a las
rosas esperando
en el cielo
de la boca
para que vengas a regarlas
de besos.

Es cierto. Es culpa mía.
Nadie me obligó a saltar de lleno en tu corazón
pero quién es capaz de evitar el campo gravitatorio
de una estrella.

Dices que te salen más lunares
desde que escribo
sobre ellos.
Yo sólo sé que
los borraría una y otra
vez
para volver a dibujártelos
beso a beso.

—Llenándote la vida de constelaciones—.

Llámame loca.
Lo merezco.
Llámame loca y dime
que de amor no se vive pero sí se muere.

A veces te miro
y deseo que tu espalda
mida más de 18 besos
para seguir memorizándola un par
de minutos
más.

Abre tus alas, que ya no creo en el ciento
volando
desde que dejaste
tus plumas
—y tu olor—
en mis sábanas.
Dibujo el invierno
en los salientes de tus caderas
y navego a la deriva
del mar de tus piernas
una y otra vez.

Me limito a estremecerme
cada vez que paseas
—desnuda—
por el pasillo.

Amanecer a tu lado
sí que es poesía
y no la
M I E R D A
que escribo.





lunes, 12 de enero de 2015

Si pudiera besarte ahora mismo, estaría besándote desde ayer.

He mirado a los ojos de la muerte
y he sacado de mis entrañas el te quiero
que llevaba escondiendo tanto tiempo
en estos trozos de cristal roto
al que algunos osan llamar
corazón.

— Se me han saltado las lágrimas al saborearlo— .

He suspirado, he conseguido volar
hasta tu boca y he susurrado un:
“Quiero besarte hasta las lágrimas que aún no han caído.”

Pero, ¿qué se puede esperar de una persona
que te abraza tan fuerte que consigue unir
lo que llevaba tanto tiempo roto?

Quiero tener el descaro
de aprenderme de memoria los lunares de tu espalda,
porque sí,
cada lunar suma una razón para besarte
y te aseguro que sería capaz de pintarte,
una a una, todas las constelaciones de cada galaxia.

— No puedo calmar a las musas cuando se trata de ti— .

Has abierto la caja de Pandora
y un ejército de mariposas
ha cubierto mis sábanas de tu perfume.

— Mi coraza está volando por los aires que mecen tu pelo— .

Ya te lo dije una vez.
Si pudiera besarte ahora mismo, estaría besándote desde ayer.





miércoles, 7 de enero de 2015

Amélie se equivocaba: Son tiempos difíciles para los que no sueñan contigo.

Imagina a Amélie
dentro de una película de Wes Anderson.
Imagina que tiene los ojos de Caperucita
y la boca del lobo.
Imagina un bolso amarillo, una sudadera gris, los labios rojos.


¡Imagina!
Mirarte es contemplar una estatua de Bernini
al borde de la destrucción más absoluta,
analizando su belleza hasta el último segundo,
antes de romperse
en mil pedazos.

—Algo tan irreparable como yo, supongo—.

A nadie le gusta saber hasta qué punto es un cobarde,
y yo fingí armarme de valor
para llenarte la boca de flores.
Aún no sé si fue un acto de valentía
o me poseyó el miedo de escuchar a la nada
más que a ti.
Y qué ingenua.

Supe que eras tú
cuando te vi bailar con el silencio
y
no
eché
de
menos
la
música.

Pero,
¿cómo le explicas a un pájaro
que te has enamorado de las alas que le arrancaron?
A ver quién coño le explica ahora al Sol que prefiero
verte amanecer a ti.

Deséame con suerte,
que me he perdido en el Triángulo de las Bermudas
que tienes en tu mano izquierda y estoy dispuesta
a encontrarte a besos por la Osa Mayor que llevas tatuada
a lunares en tu brazo derecho.

—Como si perderse y encontrarse en la misma piel no fuera suficiente señal—.

Deseémonos, amor;
que la tierra no se cansa de mirarte
cuando pasas frente a fantasmas de mirada vacía.
Y qué envidia.

Nunca escribo poemas a chicas de las que no me acabo enamorando.
Y siento decirte
que no podré
                                                                                                    [evitar]
convertirte en poesía.