viernes, 24 de octubre de 2014

Tierra prometida.

Hay armaduras
que se derriten
ante una sonrisa
capaz
de sortear cualquier
abismo.

Hay bocas que crean adicción,
corazas que protegen, inútilmente, a dos corazones
que mueren de ganas de follarse
cada noche.

Hay besos de nenúfar que deshacen
la ropa que nos sobra
de los ojos
y le falta al suelo.

En la tierra prometida ya no hay oro. Está tu boca.




jueves, 16 de octubre de 2014

Caos.

Sus ojos eran pura vorágine.
Su pelo, mecido por el tornado de su boca,
rozaba mis mejillas tatuando su recuerdo
en los días de ausencia.
Sus labios sabían a cerveza y os juro
que Atila mataría
por un simple roce de
esa piel con sabor a .

¿Magia?
Quizás.
Esa sonrisa no era de este mundo.
Conseguía vislumbrar el deseo en su vello erizado
con el mínimo roce de mis dedos,
el brillo de sus pupilas, que reflejaba la luz de una farola
lejana,
al fondo.


Cómo definirla sin nombrarla.

Era un corazón agorafóbico
en un cuerpo con claustrofobia.
El último peldaño,
el principio del fin,
el camino al Cadalso,
el poeta sin caos
Goliath sin David.

Una noche mordió mis miedos sin
mediar palabra
y mis pupilas se dilataron
como las teclas de un piano
destinado a caer de un sexto piso.

No había droga más dura
que sentir sus dientes
paseando por mi cuello.
No había arte más puro
que verla desnuda
retratada en el lienzo
de mi mente.

Me besaba, me mordía,
acariciaba cada retazo de debilidad
con la ternura y el miedo
con el que se acaricia a un
animal herido
que puede llegar a matarte
en una milésima de segundo.

No tenía miedo.

Su nombre...era Recuerdo.






sábado, 11 de octubre de 2014

La Nada.

Todo este frío, que llega tardío,
calienta la punta de mi lengua
imitando la lascivia
de un recuerdo
voraz que me come por
dentro.

No quiero asustarte
pero siempre fui de creer que
nunca se come
de la misma mano que ya te mató
una vez.

Nos sumergimos
en sábanas de hierro frío
para proteger un corazón
incandescente.
Huimos de la verdad
acariciando el pelo
de todas nuestras debilidades,
adoramos a inventadas deidades,
a figuras convertidas en arte,
a mentiras que llenaron una nada.

Y esa “nada"... eras tú.