jueves, 26 de junio de 2014

As de flores.

Me dijo que, si se iba,
dejaría la lluvia
en la ventana y
su acento en mi
sofá.

Y aún no había llegado.

Tiene una postdata
en el rojo de sus labios
y una voz
que debería ser
ilegal.

Qué sé yo.

Dicen que el viento
nació sólo para
acariciar su piel los días
de sol,
que trae la lluvia
porque
sus ojos huelen
a tormenta,
que su pelo es un
bosque
de Galicia
lleno de luciérnagas.

Dicen que su corazón
tiene el gusto
de las flores,
y yo siempre quise
convertirme en
primavera.

sábado, 14 de junio de 2014

De flores y miedos.




Tengo los pulmones llenos de rosas,
el esófago hasta arriba de jazmín.
Los labios secos proclamando una victoria
la luna llena buscándome el carmín.

La piel me sabe a azucenas,
las manos son lirios que parí.
Mi sangre es savia que me llena
los miedos de un color añil.

Mis pies son dos gardenias
encendidas,
mis brazos son orquídeas
para ti.
Mis piernas son hiedras
que se enredan
con la rabia de un alfil.

Tengo girasoles en el pelo
un crisantemo por corazón
la magia de las flores en el cuerpo
y unos ojos con sabor
a sol.

miércoles, 4 de junio de 2014

Kamikaze.

Tenía un precipicio
en la comisura
de los labios
y yo complejo de kamikaze.

Unos puntos negros
en los que tener un accidente
mortal
con forma de lunar,
y yo un deseo
sin frenos,
como un suicida de viaje.

Tenía besos
en la recámara
aun por disparar.
Una sonrisa que se clavaba
como el sonido
de un trueno.
Una piel con forma de mapa,
dos islas salvajes
por conquistar
y yo tan sólo una brújula rota,
con
destino: Sabor a verso.

Su pelo era un nido
de mariposas caníbales
y mi estómago su alimento,
el retazo sutil
de una venganza
con olor a libro nuevo.

Pero el filo del papel
también está afilado,
y los locos no saben
que para ser kamikazes,
deben amanecer a tu
lado.



martes, 3 de junio de 2014

El perfume del vacío.

El rastro de un perfume
que conozco
me ha dado un puñetazo
en el estómago,
como el hielo
de un fuego que
me empapa.
Ha cubierto mi piel
de sangre
con un tiro por la espalda,
y
ha
huido.

Ha dejado de gustarme
el invierno
desde que se tatuó tu nombre,
desde que el frío
ya no lo cura tu piel.

Sólo a los locos se nos ocurre apostar por las causas perdidas.

Y esta vez, a la deriva,
la causa perdida fui yo.

Quizás abdicaste antes
de entregarte el trono,
aun creyéndolo
en tus manos,
aun sabiendo
que las reinas sólo me gustaban
en los cuentos.

Ése fue mi error:
Hacerte poseedora de todo
vacío cuanto tenía.

Y ahora, todo esto que me llena, ya no sabe a ti.