Me dijo que, si se iba,
dejaría la lluvia
en la ventana y
su acento en mi
sofá.
Y aún no había llegado.
Tiene una postdata
en el rojo de sus labios
y una voz
que debería ser
ilegal.
Qué sé yo.
Dicen que el viento
nació sólo para
acariciar su piel los días
de sol,
que trae la lluvia
porque
sus ojos huelen
a tormenta,
que su pelo es un
bosque
de Galicia
lleno de luciérnagas.
Dicen que su corazón
tiene el gusto
de las flores,
y yo siempre quise
convertirme en
primavera.