lunes, 28 de abril de 2014

La soledad huele a flores.

Tengo la soledad a
flor de piel
y un ejército de sombras
que trata
de recomponer los
pedacitos de este corazón
ya muerto.
No me enredes con tus pies.
Nunca me gustó perder
en la escalera de los sueños.
Cámbiame el nombre,
llévame a cualquier lugar
donde mis pasos
traten de guiarse sin brújula.
Escúpeme al norte
de un cuento, da igual.
Aunque quisiera
nunca podría ser la bruja.

Trata de recomponer
la esencia de lo
inevitable.
Reza. Quizás se obre
un milagro
y alguien se pierda
para encontrarme.

martes, 22 de abril de 2014

De crueldad y laberintos.

Conocemos el sabor
de la crueldad
cuando compartimos
una almohada que
no es la nuestra
y dejamos
nuestro perfume
pensando:
"Jódete.
Huéleme y
échame de menos".

Quizás
de eso se trata.
De amar
con la misma fuerza
con la que anhelarías
una venganza.

Fumas un cigarrillo,
bebes ron barato
y te emborrachas
con mil besos que saben
a
lo
mismo.

Te enganchas
de cuellos
sin nombre,
crees encontrarte
en la entrada de otro
laberinto
y vuelves a estar
equivocada
buscando en otras pieles
lo que a ti
te falta.

No hay banderas
blancas
que zanjen una
guerra
si eres tú la silueta
que alza el estandarte.

No me busques,
no vaya a ser que
te
pierdas
y yo acabe
por no encontrarme.

domingo, 20 de abril de 2014

Carmín.

La vi de lejos en aquel bar y sus labios rojos incitaban a buscar más allá de su perfecta dentadura.

Algo alocada y con la mirada puesta en ninguna parte, comía patatas fritas con la elegancia con la que muchos comen caviar.

No esperaba menos de ella.

Su pelo rizado y oscuro brillaba con la luz fluorescente de las farolas y sus ojos llorosos me atraían como imanes.

De pronto comenzó a llover, y algo me decía que ella no era de aquellas chicas que le temen a la lluvia. Es más, disfrutaba sintiendo el agua recorrer sus mejillas rosadas. Me ofrecí a acompañarla bajo un paraguas verde pistacho, y a cada paso llovía más y más. Era una tormenta de verano y sus labios tímidos a la par que pasionales buscaban una pregunta entre tanta respuesta sin sentido.

Llegamos a su portal y justo después de despedirnos me invitó a subir.
Al introducir las llaves en la cerradura y dar la primera vuelta, me miró, encontrando la pregunta que quería formular desde el principio.

"-¿Quieres besarme?"

No me dio tiempo a reaccionar cuando sus dientes ya estaban clavados en mi cuello. Llenó mis labios con su carmín y marcó a fuego mi nuca con su lengua.

Entramos en su casa y algo me dijo que sus ojos marrones y oscuros como la noche sabían lo que iba a pasar desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez.

Su ropa iba cayendo al suelo mientras mi manos memorizaban su espalda. A través de su piel veía toda la ciudad.
La tenía desnuda para mí. Mi boca jugaba con sus pechos pálidos y firmes, como si de una copa de Champagne francés se tratara mientras sus uñas se paseaban por mi espalda dejando señales de una guerra para recordar.

Notaba su sexo húmedo rozando el mío y nuestras caderas encontraron un ritmo perfecto para aquel baile.

Gemía en mi oído, notaba su respiración cada vez más acelerada y la humedad de nuestros sexos ya formaba un solo cuerpo. Quería escucharla gritar, que sus vecinos se aprendieran mi nombre. Pero ella quería llevar su juego más allá y de pronto paró.

Se apartó, se subió encima de mí y en un descuido sacó unas esposas con las que me dejó inmóvil.

Ahora estaba a su total merced.

Sus manos jugaban con mis pechos, lamía mis pezones y sentía su respiración como si fuera mía.

Beso a beso comenzó a bajar, haciendo un camino con su lengua hasta llegar a mi clítoris. Mis caderas le pedían más y ella obedeció. Sumergió su lengua en mí, sabía cómo hacerme gemir y al mismo tiempo comenzó a tocarme. Notaba su pelo rizado cosquilleando mis muslos mientras su boca jugaba conmigo hasta que mis instintos no soportaron más placer y caí exhausta en el último gemido.

Subió hasta mí, mordió mi cuello y mi placer suplicaba a gritos que me quitara aquellas esposas. Necesitaba sentirla.

Y así fue, hundí mis dedos en su cuerpo al compás que mis dientes se apoderaban de su oreja y la sentía latir.
Latían sus caderas, latían sus pechos, su sexo, toda ella, y justo cuando estaba a punto de estallar decidí bajar el ritmo y aterrizar con mi lengua para escuchar sus gemidos aún más.

Tenía su humedad en mi boca, sus manos en mi cabeza llevando el ritmo y sus talones en mi espalda pidiendo más, más y más hasta que su placer pudo con la razón y ambas caímos derrotadas de éxtasis.

Se ancló a mi pecho y se quedó dormida sin contamplaciones.
A la mañana siguiente su ropa seguía en el suelo, la mía también..., pero ella no estaba.

De repente oí la ducha al fondo.

"-¿Ya estás despierta? Ven."

Algo me decía que esto sólo era el principio.

viernes, 18 de abril de 2014

Alma de tango.

He vuelto
a una ciudad
en sueños y tengo las palabras
que no dije
haciéndome de soga.

Fue un tango mal
bailado y yo la rosa
mordisqueada.
Un rocío de excesos
y una ventisca
sin viento,
los 21 gramos de
cualquier alma
sin dueño y en llamas
teníamos el sexo
húmedo,
la miel en los labios,
el amor en las mejillas
y un tornado
precioso en las pupilas.

Haz de mi vida un teatro,
adelante.
Haz que se me corra
el pintalabios
también.
Quítame la nostalgia
de los ojos
y muerde mis cicatrices si
te atreves.

No tientes a una oveja
siendo cordero,
nunca sabes cuándo
puede
convertirse en lobo.

Fóllame
cuando esté
triste porque
será cuando más
lo necesite y no
me busques en
el frío de cualquier abril,
yo siempre
preferí el calor de mi
diciembre.

lunes, 14 de abril de 2014

A todas vosotras.

No tengo la cabeza llena de espinas sin nombre.
No tengo el costado sangrando por una puñalada.

Vienen fantasmas de ruinas sin mantas ni recuerdos de un tiempo imperfecto, y pienso que la vida no es más que una broma pesada.
Miran, pero no ven lo que les rodea y yo estoy aquí, enterrada bajo mil piedras viendo en qué se han convertido. En qué me han convertido.

En qué nos están convirtiendo.

En sus corazones sólo habita la desolación de un sonido sordo, de un odio que los ahoga y al que me condenan muriendo por alzar la voz.

¿Soy una mártir? ¿Una salvadora? ¿Alguien a quien darle las gracias cuando ha sido un médico quien te ha salvado del cáncer? ¿Soy aquel al que das limosna sin mirarle a la cara mientras aceleras el paso al final de la calle? ¿Soy un ser divino? ¿Una enviada del cielo?

No.

Sólo fui hija, quizás abuela o madre.

Ahora soy un número más, no soy nada importante, soy otra mujer lapidada...

Y nadie me hace homenajes.

lunes, 7 de abril de 2014

No.

No se puede vivir
echando de menos a
una sombra.
No puedes seguir alimentándote
de un recuerdo que
te ahoga.
No debes incluir
tu llanto en un sol
oxidado,
no sabes dirigir tu
corazón petrificado.
No debes transferir
tus sueños a una
boca,
no puedes permitir
que tu silencio
sea
la soga.
No busques redimir
tu culpa en un vaso
delicado,
no esperes concluir
tu vanidad
con la victoria
entre tus manos.
No pretendas decidir
cómo te afectan
las horas,
no quieras convertirte
en la esclava de una
piel
que no te añora.

jueves, 3 de abril de 2014

La habitación amarilla.

Respiro aires de jazmín
en la habitación amarilla.

Huele a tierra mojada cuando
abro las ventanas.
Tengo una caja
de metal llena de recuerdos
en forma de fotos y cartas
que no
me atrevo a mirar.
Corchos de botellas, restos de flores
secas, billetes de tren,
con ida pero sin vuelta
de corazón
y planos de metro
que nunca entenderé
sin haberme perdido
antes.
Una almohada que guarda
lágrimas, sonrisas
y algún que otro orgasmo.
Una ventana llena de vaho
cuando hace frío fuera y
demasiado calor dentro.
Un caballete viejo
y un cuadro
por terminar
de una chica perdida que
parece
haberse cansado
de esperar un eterno prólogo
que nunca cesa.






Eso soy yo.