lunes, 8 de diciembre de 2014

Prometí no volver a escribirte.

Prometí no volver a escribirte...
Prometí no volver a escribirte
hasta que tu perfume
golpeó mi estómago
la mañana de un miércoles
cualquiera.

El primer día del final dijiste:
“No quiero que me mires
como antes
pero tampoco soporto
que no lo hagas.”

— Mirarte es beber leche en el desierto.—

Éramos una tela de araña
que atrapa cada recuerdo
en una red
Empecé a echar de menos mis raíces cuando olvidé tu nombre.

Prometí no volver a escribirte
Prometí no volver a escribirte
Prometí no volver a escribirte, joder,
Prometí no volver a escribirte...




y no puedo parar de hacerlo.



miércoles, 3 de diciembre de 2014

Si acaso es que tú.

Tengo el domingo alojado en la garganta,
una canción de Andrés pidiendo cita
para este domingo de nostalgia y
un telón de luto
que no quiere presentar una obra llena
de actores muertos.
Una mariposa putrefacta
aleteando en mi tráquea.
Una copa de vino caliente
desmembrando cimientos
de murallas
hechas viento.

Y yo en llamas.

Hay una sombra de mujer posada en la pared
de mi cuarto.
Tengo los pies fríos,
las manos en modo río
y unas ganas inaguantables
de comerle los miedos
al suelo.

Somos tinieblas imaginarias
buscando respuestas
a cosas que nadie pregunta.

Tengo los sentimientos a piel de flores
y un cocodrilo que navega alrededor de un foso
con mi imagen flotando esperando a ser
devorada.

Nunca encontraré el norte
porque mi corazón
pertenece al sur.

Seguiré remando
si acaso es que oscurece
si acaso es que vuelve
si acaso es que .



domingo, 30 de noviembre de 2014

Semáforos.

Hoy he soñado con una explicación.
Con esa que no me debes,
con esa que no voy a pedirte
y sin embargo
deseo.

Voy manteniendo el equilibrio
entre las luces
que le ponen nombre a la lluvia
en esta ciudad-maravilla.

Corro por el filo de los adoquines
sin temer al coche que me empape
por fuera
también,
como en una carrera por salvarnos
de la muerte.

Son las siete de la mañana y ya huelo a café
suenan las tostadas,
ahora todos los desayunos
me saben a nostalgia
desde que tú no formas parte de ellos.

Me prometí fijar el límite al
compás de una balanza sin pesos,
pero cómo medir un sentimiento al que
no supimos ponerle
nombre.

He llegado al punto clave.
Sé la distancia concreta entre líneas
blancas y asfaltadas.
Sé lo rápido que debo saltar
si no quiero ser atropellada
por un beso tuyo.

Hace tiempo que dejó de darme miedo cruzar con los semáforos en rojo.








domingo, 2 de noviembre de 2014

Ilusos.

Ingrávidos, pálidos
etílicos, tácitos
ilícitos,
columnas sin dintel.
Humanos
deshumanizados
sin amor.

Muertos en vida obnubilados en lo superfluo.

Árboles secos
pasando desapercibidos ante
un mundo lleno de hojas
coloridas que viajan ansiosas
entre el viento
que mece el perfume del incienso
incipiente del callejón.
Autómatas onanistas,
ascetas profetizando
pueblos pacíficos
convertidos en ceniza.
Renuncias de sentimientos
en proceso de crecimiento errático,
vergüenzas disidentes buscando
un logaritmo
exacto.

Vacíos llenos de caídas al precipicio.

Nos escondemos para llorar
porque nos han instruido
en la debilidad
como seres alienados,
dormidos
apagados
que buscan símiles de antónimos
varados
en un mar de insatisfacción.

Redundantes siluetas personificadas
en claustrofobias anoréxicas
que anhelan el espejismo del
amor que nos han metido en la cabeza.

Somos soledad irradiando luz,
ascetas fieles a la violencia
del más culto,
palurdos explotados que salpican
su sangre tratando de curarse a sí mismos.
Guerreros buscando explicaciones
a preguntas que no saben formular,
artistas que no tienen que saber de arte
para crearlo,
robots cercenados
en la supremacía del mecenazgo.

Ausencias anuales repartidas
al mejor postor,
nubes calavéricas,
esqueletos que florecen
en un jardín de ensueño
intentando paliar la nostalgia
de una espera
eterna,
de un final rotundo
de un amor sin rumbo.

Navegantes del recuerdo,
soñadores de lo eterno.

Ilusos.




viernes, 24 de octubre de 2014

Tierra prometida.

Hay armaduras
que se derriten
ante una sonrisa
capaz
de sortear cualquier
abismo.

Hay bocas que crean adicción,
corazas que protegen, inútilmente, a dos corazones
que mueren de ganas de follarse
cada noche.

Hay besos de nenúfar que deshacen
la ropa que nos sobra
de los ojos
y le falta al suelo.

En la tierra prometida ya no hay oro. Está tu boca.




jueves, 16 de octubre de 2014

Caos.

Sus ojos eran pura vorágine.
Su pelo, mecido por el tornado de su boca,
rozaba mis mejillas tatuando su recuerdo
en los días de ausencia.
Sus labios sabían a cerveza y os juro
que Atila mataría
por un simple roce de
esa piel con sabor a .

¿Magia?
Quizás.
Esa sonrisa no era de este mundo.
Conseguía vislumbrar el deseo en su vello erizado
con el mínimo roce de mis dedos,
el brillo de sus pupilas, que reflejaba la luz de una farola
lejana,
al fondo.


Cómo definirla sin nombrarla.

Era un corazón agorafóbico
en un cuerpo con claustrofobia.
El último peldaño,
el principio del fin,
el camino al Cadalso,
el poeta sin caos
Goliath sin David.

Una noche mordió mis miedos sin
mediar palabra
y mis pupilas se dilataron
como las teclas de un piano
destinado a caer de un sexto piso.

No había droga más dura
que sentir sus dientes
paseando por mi cuello.
No había arte más puro
que verla desnuda
retratada en el lienzo
de mi mente.

Me besaba, me mordía,
acariciaba cada retazo de debilidad
con la ternura y el miedo
con el que se acaricia a un
animal herido
que puede llegar a matarte
en una milésima de segundo.

No tenía miedo.

Su nombre...era Recuerdo.






sábado, 11 de octubre de 2014

La Nada.

Todo este frío, que llega tardío,
calienta la punta de mi lengua
imitando la lascivia
de un recuerdo
voraz que me come por
dentro.

No quiero asustarte
pero siempre fui de creer que
nunca se come
de la misma mano que ya te mató
una vez.

Nos sumergimos
en sábanas de hierro frío
para proteger un corazón
incandescente.
Huimos de la verdad
acariciando el pelo
de todas nuestras debilidades,
adoramos a inventadas deidades,
a figuras convertidas en arte,
a mentiras que llenaron una nada.

Y esa “nada"... eras tú.






martes, 30 de septiembre de 2014

14.000 sueños.

Hay noches
de acordes en los que
me encuentro
como un león rugiendo
sin película.

Hay motivos para llegar
y perderme
a mitad de camino,
desatando todos
los destinos
en rincones
llenos de luciérnagas
que iluminarán una función
sin público.

Hay cinturas vírgenes en manos
llenas de barro
manchadas de cicatrices hechas
de bosques desiertos,
de besos inciertos,
de jaulas de mármol.

Y luego estás tú,
y luego estoy yo,
martillo y cincel,
piedra y papel,
14.000 sueños
convertidos
en harapos.




sábado, 27 de septiembre de 2014

Ojalá.

Siempre temí al invierno
hasta que comprendí
que el mayor iceberg estaba dentro
de mi
boca.

—Hoy la lluvia ha tocado techo
y fondo—.

Ojalá  nunca tengáis el reflejo
de huir
del amor por culpa de alguien.

Ojalá
no
seáis
ese
alguien.

Ojalá no hubieras sido tú.

Ojalá nos pudiera la acritud
de ser
un par de miradas que caen
de bruces en un
infierno
de hielo.

Ojalá pudiera quemarme.
Ojalá,
pero no puedo.





martes, 9 de septiembre de 2014

La desdicha siniestra de un "quédate" que nunca llega.

No me gustan los silencios
que saborean la rutina.

No me gustan los cuerpos
empapados
en la desdicha
siniestra
de un
"quédate" que nunca
llega.

No me gustan
los sueños que se cumplen
en una realidad
inversa
porque sé que si te cumples
no seré yo quien
te duela.

No me gusta la vida
de una muerte
a medias.

No me gusta
el beso
— mortal —
del mar saturado,
el llanto de la tierra.

No me gusta el hambre
del cerebro sin cabeza
que cree tener
la respuesta de todo aquello
que nunca se atreve
a observar
por vergüenza.

Sin embargo me gusta
ser diluvio universal
y
convertirnos
en
tormenta.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Aurora.

Llevaba esperando en aquel atasco alrededor de una hora y media. Los coches se amontonaban, los conductores desesperaban y el helicóptero de la policía rondaba el cielo como una abeja ronda la margarita de la que depende su existencia.

Eran las 3 de la tarde y el calor era insufrible. No tenía la más mínima esperanza de llegar al velatorio del dueño del bar en el que solía desayunar todas las mañanas. Era un buen hombre. Una lástima.

Dos horas después, conseguí llegar a aquel lugar. Siempre había sentido curiosidad por los velatorios. Todos entraban con semblante serio y acababan riendo mientras recordaban anéctodas del difunto. Era tristemente precioso.

El ataúd era de roble, habría sido un gran chiste decir que el difunto tenía la misma salud que la caja que lo contenía, pero no quería ser la segunda difunta aquella tarde.

A pesar de lo grotesco de la escena, no pude evitar contemplar a su hija pequeña, que se abrazaba a su madre, desconsolada. Irradiaba pureza.
Se llamaba Aurora y no tendría más de 20 años. Verla llorar fue como clavarme un puñal en el pecho.

Habíamos crecido juntas en el mismo barrio y era una chica peculiar. Recuerdo que normalmente llevaba al colegio una mochila con un ornitorrinco bordado. Alardeaba a todas horas sobre teorías acerca de su origen y siempre iba en bici. Más de una vez estuvo a punto de atropellar a la señora del súper. Aurora y su manía de subirse a la acera.

Me acerqué a ella y la besé tímidamente en la mejilla.
Me quedé congelada. Su pelo rozaba mi nariz, olía a vainilla.
Sus brazos rodearon mi espalda y sentí su dolor en mí, como si cayera de bruces por un acantilado.
Y entonces, al apartarse, la vi reír.
Juro que nunca había visto una sonrisa así.

Era la primera vez que cruzábamos una palabra desde hacía meses. Su madre siempre nos contaba que le gustaban tanto las patatas cuando era pequeña que lo primero que dijo fue: "Unitato" en un vano intento de pedírselas a su madre.
Era una familia peculiar, y yo llevaba toda la vida enamorada de ella.

Pasaron los meses y poco a poco nos fuimos acercando. Anhelaba a su padre casi tanto como ella y supongo que eso nos unió.

Tenía los ojos más oscuros que había visto jamás y un día, sin esperarlo, me besó. No supe cómo reaccionar. Miró hacia abajo y su mano se posó en mi rodilla. Me acarició dulcemente y volvió a besarme.
Algo despertó.

Las ganas contenidas, el deseo, fue como un fluir de sensaciones que no pueden describirse con palabras de este mundo.

Llegamos a su casa (se había independizado hace unos meses) y quiso ofrecerme algo de comer pero sólo contaba con un par de patatas, unos cuantos puerros y una botella de vino.

Me ofreció una copa y me mojé los labios. No aguantaba las ganas de besarla pero se me adelantó.
Cuando quise darme cuenta, estaba empotrada contra la pared del salón y estaba a su total merced.

Tenía la dulzura de un atardecer y la furia de un animal herido.
Sus manos recorrían mi espalda y me quitaron la camiseta de la República que llevaba puesta. Sentía sus ganas en cada beso, en cada caricia, en cada gota de sudor.

Ansiaba oírla gemir, ansiaba oírla latir, gritar mi nombre y que los vecinos se quejaran.

Desnuda, era como esas estatuas a las que admiras en un museo y no te atreves a tocar.
Su lengua recorría mi cuello erizando cada milímetro de mi piel. Sus huellas se tatuaban en mis senos y su boca respiraba en mi oído con fuerza advirtiéndome de que todo cambiaría a partir de ese momento.

Se me subió encima y noté su humedad. Éramos una tormenta, el diluvio universal.
Su sexo resbalaba, rozaba, gemía y sus manos me pedían mucho más. Me di la vuelta y ahora yo estaba al mando.
Mi lengua jugaba con su boca, con su oreja, mis dientes mordían su cuello con fuerza, las yemas de mis dedos acariciaban dulcemente sus pezones para después saborear su tacto con mi lengua. Y no pude más.

Quería sentirla vibrar.
Mi boca bajó hasta su sexo mientras sus talones apretaban mi espalda con fuerza. Sus manos empujaban mi cabeza contra ella marcando el ritmo.

Notaba su sexo latir dentro de mí. Sentí cómo derramaba en mi boca todas aquellas ganas acumuladas durante años. Sentí que todo aquello por lo que habíamos permanecido en silencio hasta ahora había merecido la pena.

Pasamos días, semanas en su habitación, como muertas vivientes que se alimentan de sexo una y otra vez, sin descanso. Con la espalda llena de arañazos y los ojos llenos de sueños alimentados por las copas de vino que nos derramamos, hoy día, una y otra vez.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Kahlo.

Pintaste muerte
con ojos de gato
y tenías la piel hecha
de flores.

México en tus venas
y el sufrimiento en tu noche.
Fuiste mujer fatal,
fuiste artista del pobre.

Fiel al amor
infiel en reproche,
amaste almas
y sexo;
fuiste musa de tradición
y acorde.

Una canción de Chavela
inspiración para Diego,
una paloma que vuela
enamorada junto
a un elefante hambriento.

Tu pasión colorida
tu sangre hecha lienzo,
tu mirada profunda,
tu corazón descompuesto.

El mundo rendido ante
el arte
que consiguió darte
la libertad.

Nunca quisiste tus
pies
teniendo alas para volar.

domingo, 31 de agosto de 2014

Ven.

Ven a templarme la piel,
esa que se pierde
que se eriza
que se convierte en cristal
los días de lluvia
y en tacto férreo
los días de sol.

Ven a templarme
el invierno si tienes
el valor de sublevarte
ante la dictadura de un
corazón nacido en el infierno.

Ven.
Adjudícate el
placer de mantenerlo
caliente
como un otoño
congelado.
Busca la solución
a logaritmos disfrazados
de besos y versos varios.

Ven a morderme el corazón.
Ven a quemarlo.
Ven a quitarle la resaca
de un amor
hecho de harapos.

martes, 26 de agosto de 2014

Que no me hablen de hienas.

Los gatos negros huyen
de tu camino,
los espejos rotos te apartan
la mirada;
sal derramada
en el destino
de todo aquel
que te roce sin temer nada.

Que no me hablen
de rencor
si no han pronunciado
mi nombre en tu presencia.

Que te hablen de mi amor,
que no te hablen
de la esencia.

Que comprendas que el amor
no es riqueza
si por dentro
estás vacía
y careces de fortaleza.

Y si no se han atrevido a rozarte...

Que no me hablen
de hienas.

viernes, 22 de agosto de 2014

El verdadero monstruo sólo tiene un nombre y se llama Amor.

Nunca me fié
de aquellos monstruos
que habitaban
debajo de mi cama
cuando me decían
que el verdadero monstruo
sólo tenía un nombre
y se llamaba Amor.

Fue un grave error por mi parte
mantener el corazón
buscando un polo
en el que arder o congelarse,
- Siempre me gustó
optar por la revolución -.

Pero no hay salvación
posible
cuando tu verdugo
es la pluma
con la que escribes,
y tus versos son
una prueba
de alta traición.

No me enredes en tus símiles
que yo ya me he cansado
de luchar por imposibles
carentes de razón.

Dame guerra en el pecho
paz en el alma
vuelve lejos
de mi nombre
y llévate todas las mantas.

Que no hay mayor verdad
que el deseo de un cobarde
a que le amen sin piedad.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Tienes boca de poema.

Tienes boca de poema
y no hay métrica que te limite.

Tienes un hipérbaton
de amor en la yema
de los dedos
y un símil en descomposición
cada vez que te muestras
-exhausta y llena
de deseo-,
como una vela sin oxígeno
que lucha por mantener con vida
la llama
de un recuerdo.

Tienes un diapasón
que se cree corazón
y marca un compás
de 3 por 4
cada vez que pasas
por aquel rosal
que te clavaste
en una coraza
hecha de harapos.

Tienes ojos de metáfora
y una piel
que ya quisieran personificar
algunos animales.
Pero si algo he de decir,
es que no he visto animal más salvaje
que cuando te miro a ti.

sábado, 9 de agosto de 2014

Estratosférica.

Tenía en la mirada un despertar taciturno, un rugir de mariposas caníbales que serían capaces de destruir toda coraza existente en el planeta.

La vi por primera vez camino de la facultad. Sus gafas redondas de sol, su pelo oscuro y sus labios rojos te petrificaban como si de la propia Medusa se tratara. Podía conseguir cualquier cosa, y lo sabía.
Volvimos a vernos por segunda vez en un mercadillo.
Una tarde de octubre vi a lo lejos una máscara antigás, y a ella, acercándose, -siempre supe que llegaría en un mes de revolución-.
Quería esa máscara a toda costa, pero se me adelantó, y entonces comprendí que tenía que conocerla.

Recuerdo que se llamaba Sofía, que sus labios se reflejaban en mis ojos y la luna sólo salía para contemplarla a ella. La timidez sucumbió a la tentación una noche azul y tras un par de copas y su acento del norte, el deseo venció.

Sus labios sabían a cerveza, suaves y dulces, como la ambrosía de la que se alimentaban en el Olimpo.
Se lanzó a mi cuello y desabrochó el primer botón de mi camisa dejando a la vista mi clavícula desnuda, aquella que no dudo en lamer. Su sonrisa estratosférica me transportaba a un lugar de fantasía. Recorrí cumbres suaves en las que quedarme a vivir. Cimas erguidas y rosadas en las que asomarme cada amanecer, al salir el sol. Desperté en un monte creado por diosas de otros mundos y supe, justo en ese instante en que me entregó toda su humedad, que nunca volvería a sentir cómo las mariposas me devoraban, y ella también.

Sus dedos recorrían mi cuerpo como un libro escrito en braile: tan sutil que conseguía que cada milímetro de mi piel se estremeciera sólo con el roce de su voz en mi oreja.

Era todo tan efímero y tan bello a la vez... Su cuerpo y el mío, desnudos, casi no se distinguían; pasaron días, semanas sin salir de aquella cama llena de éxtasis, de flores y mariposas saliéndonos de la boca y el sexo, de orgasmos tan intensos como las esposas con las que me esposaba a su cama sin contemplaciones y me hacía suya sin ningún atisbo de compasión.

Aún la siento a veces dentro de mí y la humedad se cierne sobre las mariposas que revolotean por mi sexo cada vez que recuerdo su voz gimiendo en mis tímpanos. Aún me recuerdo bebiendo su néctar, aún nos recuerdo follando encima de la mesa.

jueves, 7 de agosto de 2014

Gemidos de carmín.

Quiero morderte la voz,
hacer un mapa en braile
de las dos columnas
que definen
tu cuerpo
y encontrarme
a un beso de todo
el carmín
que tienes tatuado
en la boca.

Quiero acariciar tus deseos
mientras tu pelo
me roza,
buscar un gemido
que perfora toda tentación
que lleve tu nombre:

Atar mi sexo a tu boca.

Quiero sumergirme
en tu pecho
nadar en dos copas
de champagne rosado.
Anclar mis uñas a tus muslos
y olvidarnos de cualquier anochecer
que no haya
sido
trasnochado.

Olvidarnos de cualquier
mapa
en braile
que no haya sido
explorado.

martes, 5 de agosto de 2014

Orgullo y placebo.


Cuando mirabas,
dejabas el rastro de una
estrella fugaz cuando muere:
Triste, volátil,
efímera, brillante.

Cogimos a hombros nuestros
ataúdes y cargamos
con el peso de unos sueños
convertidos en polvos
de una noche
que no eran más que
un vacío pesado
que nos llenaba de callos
el alma.

Yo siempre fui de darlo todo
por amor
mientras que tú preferías entregar
un placebo voraz
con el orgullo
de un soldado que ha salido vivo
de una guerra
masacrando a un pueblo inocente.

Quisimos convertirnos en historia
y no fuimos más que el borrador
de una tragedia griega
venida a menos.
El argumento denso
de un cuento de pecado
que sólo ha dejado
un par de poemas
y la nostalgia en el fondo
de un vaso.

domingo, 27 de julio de 2014

Como una noria en medio del carnaval

Siempre quise vivir
en una casa
de techos tan altos
como mis sueños.

Nunca supe de amor
verdadero hasta que nació
mi hermana.
Construí cimientos de lienzos
para dejar gotear el misterio y
me enamoré
de tantas revoluciones
que amanecí
despeinada.

Busqué mi esencia en flores muertas y hojarasca,
perdí la suerte
-te encontré en mi almohada-.
Entregué toda mi vida a cambio
de la nada.

Escribí poemas
a musas de medio día
gemí en suspiros de media noche
hallé mi muerte
en miradas homicidas
y oculté mi vida
en mil cartas sin nombre.

Fiel a viejas glorias
tuve el valor de decir
la verdad:

Nunca fue amor
sino mala memoria
pensar
que alguna vez
seríamos como una noria
en medio del carnaval.

martes, 22 de julio de 2014

Deseo inmortal.


Lleva el deseo
en la punta de sus dedos
y no consigo deshacerme de su voz.

Tiene unos labios que han nacido
para ser mordidos
y yo nunca he sido de evitar la tentación.

Lleva en sus ojos el arrepentimiento
de no haber vivido lo suficiente
aún.
Juega conmigo,
se divierte en medio de la tormenta
sin darse cuenta de que ella es un rayo
sin tener luz.

Nunca pronuncia la palabra “amor”,
Nunca sonríe sin deseo
No teme aferrarse a las raíces de un abedul
cuando un alud corre a su encuentro.

No sé.



Tiene en su boca el secreto de la muerte
y yo nunca quise ser inmortal.




sábado, 5 de julio de 2014

Primaveras y precipicios.

Nunca fuimos fans de Cupido
y un 14 de febrero te dije adiós.

Nos jugamos febrero
a una carta
sin ningún as en la manga.

-Siempre te gustó jugar a todo o nada-.

Tú tejiste tu condena y yo aprendí
que no hay te quieros que valgan la pena
si están manchados de cobardía.

No puedes pedirle
primaveras a un corazón
lleno de otoño.

Te entregué flores extintas
que para ti no fueron más que migajas de margaritas
diciendo "Espera".

Pero me cansé de esperarte
al borde de un precipicio
que me recordaba a tus sábanas,
teñidas de miedo.

-Tú me esperabas al fondo-.

No fuiste más que eso:
Un invierno que siempre quiso probar todas las flores
sin aprender a querer a la que tenía.

Deberías tatuarte en la lengua
la palabra "cobardía".

Pero qué te voy a decir que ya no sepas,
vive huyendo y destrozando flores,
alimentándote de su néctar,
por mucho que lo intentes
nunca podrás saborear
la primavera.

jueves, 26 de junio de 2014

As de flores.

Me dijo que, si se iba,
dejaría la lluvia
en la ventana y
su acento en mi
sofá.

Y aún no había llegado.

Tiene una postdata
en el rojo de sus labios
y una voz
que debería ser
ilegal.

Qué sé yo.

Dicen que el viento
nació sólo para
acariciar su piel los días
de sol,
que trae la lluvia
porque
sus ojos huelen
a tormenta,
que su pelo es un
bosque
de Galicia
lleno de luciérnagas.

Dicen que su corazón
tiene el gusto
de las flores,
y yo siempre quise
convertirme en
primavera.

sábado, 14 de junio de 2014

De flores y miedos.




Tengo los pulmones llenos de rosas,
el esófago hasta arriba de jazmín.
Los labios secos proclamando una victoria
la luna llena buscándome el carmín.

La piel me sabe a azucenas,
las manos son lirios que parí.
Mi sangre es savia que me llena
los miedos de un color añil.

Mis pies son dos gardenias
encendidas,
mis brazos son orquídeas
para ti.
Mis piernas son hiedras
que se enredan
con la rabia de un alfil.

Tengo girasoles en el pelo
un crisantemo por corazón
la magia de las flores en el cuerpo
y unos ojos con sabor
a sol.

miércoles, 4 de junio de 2014

Kamikaze.

Tenía un precipicio
en la comisura
de los labios
y yo complejo de kamikaze.

Unos puntos negros
en los que tener un accidente
mortal
con forma de lunar,
y yo un deseo
sin frenos,
como un suicida de viaje.

Tenía besos
en la recámara
aun por disparar.
Una sonrisa que se clavaba
como el sonido
de un trueno.
Una piel con forma de mapa,
dos islas salvajes
por conquistar
y yo tan sólo una brújula rota,
con
destino: Sabor a verso.

Su pelo era un nido
de mariposas caníbales
y mi estómago su alimento,
el retazo sutil
de una venganza
con olor a libro nuevo.

Pero el filo del papel
también está afilado,
y los locos no saben
que para ser kamikazes,
deben amanecer a tu
lado.



martes, 3 de junio de 2014

El perfume del vacío.

El rastro de un perfume
que conozco
me ha dado un puñetazo
en el estómago,
como el hielo
de un fuego que
me empapa.
Ha cubierto mi piel
de sangre
con un tiro por la espalda,
y
ha
huido.

Ha dejado de gustarme
el invierno
desde que se tatuó tu nombre,
desde que el frío
ya no lo cura tu piel.

Sólo a los locos se nos ocurre apostar por las causas perdidas.

Y esta vez, a la deriva,
la causa perdida fui yo.

Quizás abdicaste antes
de entregarte el trono,
aun creyéndolo
en tus manos,
aun sabiendo
que las reinas sólo me gustaban
en los cuentos.

Ése fue mi error:
Hacerte poseedora de todo
vacío cuanto tenía.

Y ahora, todo esto que me llena, ya no sabe a ti.

jueves, 29 de mayo de 2014

Madera mojada, otoño muerto.

Quisimos ser
fuego
pero tú siempre fuiste
como el humo
que se escapa entre
los labios,
adoptando formas según
el curso del viento.
Yo quise ser hoguera
y no supe arder
hasta que comprendí
que no era más
que madera mojada,
un otoño muerto.
Mis raíces ardían
pero mi piel, rugosa y dura,
estaba empapada,
como tú cada noche,
cuando buscabas
en otras sábanas una razón
para explicar tu soledad,
sin pararte a mirar dentro de ti
y escuchar el eco.
Suspirabas.

Qué vacío más bonito tenías, joder.

Yo sólo quería compartir
tu eco y
llenar de colores tu alma
gris.
Pero tú pintabas de acuarela
tus mejillas
que acababan diluidas
con tus lágrimas.
Siempre lo preferiste así.
Y qué lágrimas.
Mirarte a los ojos era
encontrarse en el epicentro de un terremoto rodeado de
nada.

Pero qué te voy a contar
si tú elegiste el vacío
de noches sin nombre
y yo preferí ser mi todo
y tu nada.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Yo soy mi propio lobo.

Tengo el corazón
a prueba de
razones
desde que se abrió
una grieta
por culpa de un
"Te quiero" que hizo eco.
Nunca
se me ha dado
bien eso
de fingir sentimientos
y mucho menos admitir
que los tengo.
Pero hoy no están.
Hoy hace frío a 35
grados
bajo
cero.
He luchado contra mí,
y en este cuento
no hay caperucitas.
Pongamos que
sucumbí a vivir entregando
un placebo
de sonrisa.
Supongamos que
me he perdido buscando
un bozal
para todo
silencio que me desvista.

jueves, 1 de mayo de 2014

Desnudez.

Era pleno junio y yo me acababa de instalar en Madrid.

No conocía a nadie, pero nuestras miradas se cruzaron por casualidad un día en El Retiro y supe, desde el primer segundo, que marcaría un antes y un después en mi vida.

Su pelo castaño caía sobre sus hombros, llegando prácticamente al centro de su espalda. La observaba desde lejos, leía sentada bajo un árbol, y comencé a dibujarla en la lejanía.

Su mirada ausente , el brillo de su pelo..., era ella.

Día tras día, repetíamos el mismo proceso. Ella se sentaba a leer bajo el mismo árbol y yo, en silencio, hacía garabatos intentando dibujarla.
Un día, tardé más de lo esperado en llegar. Al verme, se levantó y se acercó a mí.

-Pensaba que ya no vendrías- dijo ella.

Me quedé petrificada ante su belleza. Y habló el silencio. Acarició mi mentón y me miró fijamente a los ojos. Era casi imposible sostenerle la mirada.

-Voy a llevarte a un lugar-.

Y allá nos fuimos. Un pequeño local escondido en un rincón de la Gran Vía. Tocaban jazz y había un chico muy joven al piano. Nunca imaginé un sitio igual. Había alfombras de inspiración árabe por todo el suelo, cojines, sillas antiguas y hasta una mini-biblioteca.

De pronto alguien gritó y la policía entró con violencia. Entonces caí en la cuenta de que se trataba de un local clandestino y tratamos de huir.
Corrimos durante unos minutos y me llevó a su casa.

Compartía piso con dos chicos y estudiaba Antropología. No sé por qué, lo supuse.
Tomamos algo, hablamos largo y tendido, y de pronto sacó un papel en blanco.

-Escribe lo primero que se te ocurra- musitó.

-"Arte"-.

Alzó la vista y su mirada me paralizó. Cuando quise darme cuenta, sus labios ya jugaban a interponerse entre mi razón y mi corazón.

Dulce, me tumbó sobre su cama y se subió encima de mí. Se deshizo de su camiseta y el olor de su piel me recordaba a mi infancia en la playa, ese olor a mar...

Me besaba con firmeza y dulzura a la vez. Sus besos cortos y húmedos trazaban un sendero desde mi cuello hasta mi esternón mientras sus dedos, de forma delicada y circular, acariciaban mis pezones, ya erguidos.

Quería más, y ambas lo sabíamos. Arrojé sus pantalones al suelo y mis manos, entrelazadas con su pelo, bajaban hasta acariciar sus pechos.
Completamente desnudas, sentíamos el calor, la humedad. El movimiento de sus caderas pegadas a las mías, como en un hipnótico baile, sus jadeos, los míos, su boca, la mía. El sexo.

Se dejó la dulzura en forma de cicatriz de guerra anclada en mi espalda, la miel en mis labios y sus manos dentro de mí, a un ritmo frenético.
Ni en sueños imaginé algo así.
De pronto su ritmo disminuyó y su boca comenzó a abrirse paso besando mis muslos, lamiéndolos hasta llegar a mi sexo, que la esperaba con impaciencia.

Sentía su lengua jugando conmigo, recorriéndome y mis gemidos quedaban ahogados entre la música.

Casi agotada, me abracé a ella y comencé a morder sus pezones lentamente a la par que mi lengua los rodeaba. Sus manos paseaban por mi espalda hasta que llegué a su ombligo y mi lengua empezó a bajar hasta llegar a su clítoris. Lentamente la saboreaba, disfrutándola, sintiéndola latir, notando sus talones en mi espalda y su mano derecha en mi cabeza marcando el ritmo.

En el último arañazo, el más intenso de todos, supe que no cabía más placer dentro de sí. Y fuimos una.

Rendidas, acabamos derrotadas, con las piernas entrelazadas comenzando una aventura de la que aún, nadie, ha escrito el final.

lunes, 28 de abril de 2014

La soledad huele a flores.

Tengo la soledad a
flor de piel
y un ejército de sombras
que trata
de recomponer los
pedacitos de este corazón
ya muerto.
No me enredes con tus pies.
Nunca me gustó perder
en la escalera de los sueños.
Cámbiame el nombre,
llévame a cualquier lugar
donde mis pasos
traten de guiarse sin brújula.
Escúpeme al norte
de un cuento, da igual.
Aunque quisiera
nunca podría ser la bruja.

Trata de recomponer
la esencia de lo
inevitable.
Reza. Quizás se obre
un milagro
y alguien se pierda
para encontrarme.

martes, 22 de abril de 2014

De crueldad y laberintos.

Conocemos el sabor
de la crueldad
cuando compartimos
una almohada que
no es la nuestra
y dejamos
nuestro perfume
pensando:
"Jódete.
Huéleme y
échame de menos".

Quizás
de eso se trata.
De amar
con la misma fuerza
con la que anhelarías
una venganza.

Fumas un cigarrillo,
bebes ron barato
y te emborrachas
con mil besos que saben
a
lo
mismo.

Te enganchas
de cuellos
sin nombre,
crees encontrarte
en la entrada de otro
laberinto
y vuelves a estar
equivocada
buscando en otras pieles
lo que a ti
te falta.

No hay banderas
blancas
que zanjen una
guerra
si eres tú la silueta
que alza el estandarte.

No me busques,
no vaya a ser que
te
pierdas
y yo acabe
por no encontrarme.

domingo, 20 de abril de 2014

Carmín.

La vi de lejos en aquel bar y sus labios rojos incitaban a buscar más allá de su perfecta dentadura.

Algo alocada y con la mirada puesta en ninguna parte, comía patatas fritas con la elegancia con la que muchos comen caviar.

No esperaba menos de ella.

Su pelo rizado y oscuro brillaba con la luz fluorescente de las farolas y sus ojos llorosos me atraían como imanes.

De pronto comenzó a llover, y algo me decía que ella no era de aquellas chicas que le temen a la lluvia. Es más, disfrutaba sintiendo el agua recorrer sus mejillas rosadas. Me ofrecí a acompañarla bajo un paraguas verde pistacho, y a cada paso llovía más y más. Era una tormenta de verano y sus labios tímidos a la par que pasionales buscaban una pregunta entre tanta respuesta sin sentido.

Llegamos a su portal y justo después de despedirnos me invitó a subir.
Al introducir las llaves en la cerradura y dar la primera vuelta, me miró, encontrando la pregunta que quería formular desde el principio.

"-¿Quieres besarme?"

No me dio tiempo a reaccionar cuando sus dientes ya estaban clavados en mi cuello. Llenó mis labios con su carmín y marcó a fuego mi nuca con su lengua.

Entramos en su casa y algo me dijo que sus ojos marrones y oscuros como la noche sabían lo que iba a pasar desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez.

Su ropa iba cayendo al suelo mientras mi manos memorizaban su espalda. A través de su piel veía toda la ciudad.
La tenía desnuda para mí. Mi boca jugaba con sus pechos pálidos y firmes, como si de una copa de Champagne francés se tratara mientras sus uñas se paseaban por mi espalda dejando señales de una guerra para recordar.

Notaba su sexo húmedo rozando el mío y nuestras caderas encontraron un ritmo perfecto para aquel baile.

Gemía en mi oído, notaba su respiración cada vez más acelerada y la humedad de nuestros sexos ya formaba un solo cuerpo. Quería escucharla gritar, que sus vecinos se aprendieran mi nombre. Pero ella quería llevar su juego más allá y de pronto paró.

Se apartó, se subió encima de mí y en un descuido sacó unas esposas con las que me dejó inmóvil.

Ahora estaba a su total merced.

Sus manos jugaban con mis pechos, lamía mis pezones y sentía su respiración como si fuera mía.

Beso a beso comenzó a bajar, haciendo un camino con su lengua hasta llegar a mi clítoris. Mis caderas le pedían más y ella obedeció. Sumergió su lengua en mí, sabía cómo hacerme gemir y al mismo tiempo comenzó a tocarme. Notaba su pelo rizado cosquilleando mis muslos mientras su boca jugaba conmigo hasta que mis instintos no soportaron más placer y caí exhausta en el último gemido.

Subió hasta mí, mordió mi cuello y mi placer suplicaba a gritos que me quitara aquellas esposas. Necesitaba sentirla.

Y así fue, hundí mis dedos en su cuerpo al compás que mis dientes se apoderaban de su oreja y la sentía latir.
Latían sus caderas, latían sus pechos, su sexo, toda ella, y justo cuando estaba a punto de estallar decidí bajar el ritmo y aterrizar con mi lengua para escuchar sus gemidos aún más.

Tenía su humedad en mi boca, sus manos en mi cabeza llevando el ritmo y sus talones en mi espalda pidiendo más, más y más hasta que su placer pudo con la razón y ambas caímos derrotadas de éxtasis.

Se ancló a mi pecho y se quedó dormida sin contamplaciones.
A la mañana siguiente su ropa seguía en el suelo, la mía también..., pero ella no estaba.

De repente oí la ducha al fondo.

"-¿Ya estás despierta? Ven."

Algo me decía que esto sólo era el principio.

viernes, 18 de abril de 2014

Alma de tango.

He vuelto
a una ciudad
en sueños y tengo las palabras
que no dije
haciéndome de soga.

Fue un tango mal
bailado y yo la rosa
mordisqueada.
Un rocío de excesos
y una ventisca
sin viento,
los 21 gramos de
cualquier alma
sin dueño y en llamas
teníamos el sexo
húmedo,
la miel en los labios,
el amor en las mejillas
y un tornado
precioso en las pupilas.

Haz de mi vida un teatro,
adelante.
Haz que se me corra
el pintalabios
también.
Quítame la nostalgia
de los ojos
y muerde mis cicatrices si
te atreves.

No tientes a una oveja
siendo cordero,
nunca sabes cuándo
puede
convertirse en lobo.

Fóllame
cuando esté
triste porque
será cuando más
lo necesite y no
me busques en
el frío de cualquier abril,
yo siempre
preferí el calor de mi
diciembre.

lunes, 14 de abril de 2014

A todas vosotras.

No tengo la cabeza llena de espinas sin nombre.
No tengo el costado sangrando por una puñalada.

Vienen fantasmas de ruinas sin mantas ni recuerdos de un tiempo imperfecto, y pienso que la vida no es más que una broma pesada.
Miran, pero no ven lo que les rodea y yo estoy aquí, enterrada bajo mil piedras viendo en qué se han convertido. En qué me han convertido.

En qué nos están convirtiendo.

En sus corazones sólo habita la desolación de un sonido sordo, de un odio que los ahoga y al que me condenan muriendo por alzar la voz.

¿Soy una mártir? ¿Una salvadora? ¿Alguien a quien darle las gracias cuando ha sido un médico quien te ha salvado del cáncer? ¿Soy aquel al que das limosna sin mirarle a la cara mientras aceleras el paso al final de la calle? ¿Soy un ser divino? ¿Una enviada del cielo?

No.

Sólo fui hija, quizás abuela o madre.

Ahora soy un número más, no soy nada importante, soy otra mujer lapidada...

Y nadie me hace homenajes.

lunes, 7 de abril de 2014

No.

No se puede vivir
echando de menos a
una sombra.
No puedes seguir alimentándote
de un recuerdo que
te ahoga.
No debes incluir
tu llanto en un sol
oxidado,
no sabes dirigir tu
corazón petrificado.
No debes transferir
tus sueños a una
boca,
no puedes permitir
que tu silencio
sea
la soga.
No busques redimir
tu culpa en un vaso
delicado,
no esperes concluir
tu vanidad
con la victoria
entre tus manos.
No pretendas decidir
cómo te afectan
las horas,
no quieras convertirte
en la esclava de una
piel
que no te añora.

jueves, 3 de abril de 2014

La habitación amarilla.

Respiro aires de jazmín
en la habitación amarilla.

Huele a tierra mojada cuando
abro las ventanas.
Tengo una caja
de metal llena de recuerdos
en forma de fotos y cartas
que no
me atrevo a mirar.
Corchos de botellas, restos de flores
secas, billetes de tren,
con ida pero sin vuelta
de corazón
y planos de metro
que nunca entenderé
sin haberme perdido
antes.
Una almohada que guarda
lágrimas, sonrisas
y algún que otro orgasmo.
Una ventana llena de vaho
cuando hace frío fuera y
demasiado calor dentro.
Un caballete viejo
y un cuadro
por terminar
de una chica perdida que
parece
haberse cansado
de esperar un eterno prólogo
que nunca cesa.






Eso soy yo.

sábado, 29 de marzo de 2014

De vicios y vacíos.

Llueve.
Escuchas 'Clementine' de Sarah Jaffe
y hace más frío en tus costillas
que fuera
de tu abrigo.

Tienes la tristeza
llena de ojos,
los huesos más húmedos
que tu entrepierna
y sin embargo
sonríes,
como queriendo demostrarle
al mundo
tu coraza más bonita.

Tienes un pelo
precioso
lleno de incertidumbres
tan reales
como trece lunas muertas.
Las manos llenas de besos
que no te han llevado
a nada
Y unos ojos, que más que ojos,
parecen cajas
torácicas.

Eres sólo una sonrisa
bonita
llena de vacío
con la piel seca de
sentimientos
y las pestañas llenas de vicio.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Eres.

Eres un huracán que llega
sin pensar
en lo que supone
un beso de sal
para una herida que no ha cicatrizado.

Eres el eterno lunar
de una galaxia
por determinar en un universo
alienado.

Eres el cómo y el quizás,
el verbo y la furia del mar para
un náufrago derrotado.

Eres cimiento de metal
rompecabezas de cristal
sobre un hilo delgado.

Eres Agosto y eres voraz,
tormenta y recuerdo inmortal
en el fondo de mi vaso.

domingo, 2 de marzo de 2014

Los sitios por donde ya no pasearemos.

Tengo los labios quemados y no de besarte.

Me he cruzado con tu perfume,
y me he girado dispuesta a salir corriendo y encontrarte,
pero no eras tú.

He caminado por las calles por las que
ya no pasearemos,
he bebido cerveza en bares que quería enseñarte
y discutido
con algun que otro camarero.

He tenido frío
y por una vez,
sólo mi chaqueta me abrazaba
llenando de incertidumbre cada página que hemos dejado en blanco.

He tenido en mi garganta el ardiente humo del hachís
y a día de hoy lo que más me quema
es la ausencia de ti.

He sentido una lluvia dulce recorriendo mis sueños y te he empezado
a echar de menos en los sitios
por los que ya no pasearemos.

jueves, 27 de febrero de 2014

Cables.

Quizás fuimos una cuenta atrás
desde el primer beso
y el problema llegó cuando
olvidé que todas
acaban explotando
si no sabes elegir el cable adecuado.

Yo jugaba a ser el cable rojo,
ése que acaba
solucionándolo todo en las películas
y tú jugabas a ser el azul que aceleraba
la caída.

Pero yo nunca fui buena actriz
y tú nunca creíste en la seguridad. Hacías bien.
Tú veías más allá de donde
podía ver,
y yo quería subirte a mi nube
para que lo vieras todo
desde mi perspectiva.

Quizás nos chocamos
a medio camino tratando de buscarnos.
Quizás la solución era el cable verde
y nunca supimos verlo.

Y ahora estoy aquí,
con un nudo marinero
en una garganta sin mar
mirando a un cielo azul que trata
de engañarme escondiendo
su llanto y el mío en una máscara gris,
porque él también nos echa de menos.

domingo, 23 de febrero de 2014

Lo siento.


Siento que tengas que leerme así.
Siento que tengas que verme tan rota y de esta forma.
Y a decir verdad, ojalá no me leas.
Ojalá prefieras ignorar lo que escribo,
pero no lo soporto
más.

No puedo con este silencio
que me aprisiona el pecho.
No puedo no poder llorar
y estar ahogándome
a pesar de ello.
Porque mi cuerpo no deja
escapar una sola lágrima
de mis ojos,
y me estoy asfixiando por llevarlo
todo dentro,
por no ser capaz de desahogarme.
Porque a veces las palabras
que no se dicen
pesan mucho más que la falta de oxígeno.

Cada pedacito de mí
te echa de menos.
Cada trozo de cristal roto y opaco
anhela tu voz.
Mi piel anhela tu tacto,
y es una sensación insufrible.

¿Sabes?
He soñado contigo últimamente
y ya ni siquiera
puedo contártelo porque sería incómodo.

En qué punto llegamos a esto.
En qué soplo perdimos toda la confianza.

He soñado que te besaba
como la primera vez,
con todo el amor que ya no me cabe
en el pecho, pero tampoco sale;
y clava las costillas en mis pulmones
y hace que me quede sin aire
y no soporto despertarme
y darme cuenta de que todo
ha sido un puto sueño y que tú
ya
no
estás.

Que me siento vacía sin ti.
Que lo que hace meses podría
haber sido un sueño
ahora se convierte en una maldita
pesadilla que me hace recordar
lo que ya no tengo.

Y lo peor de todo es que sigues siendo tú.
Y lo siento.
Te echo de menos, y ojalá no lo hiciera.
Pero no se puede evitar lo inevitable,
al igual que no se puede negar la composición del aire.

sábado, 22 de febrero de 2014

Ya no recuerdo.

Es la primera vez que vengo a este pub
sin ti.
Y ya no dueles.
Ya no te echo de menos.

Ya no recuerdo la forma en que me besabas al bajar del tren.
Ya casi no recuerdo tu voz.
Ya no recuerdo la forma en que te abrazabas a mí en mitad de la noche, como refugiándote de una pesadilla en mi pecho.
Ya no recuerdo tu sabor.
Ya no recuerdo tu forma de mirarme.
Ya no recuerdo el ritmo de tu respiración ni la forma en que cerrabas los ojos al reírte.
Ya no recuerdo el tacto de tu piel.
Ya no recuerdo tu forma de acariciarme.
Ya no recuerdo la suavidad de tus labios.
Ya no recuerdo tu olor.
Ya no recuerdo tu forma de abrazarme por la espalda
mientras me apartabas el pelo del cuello para besarlo.
Ya no recuerdo la sensación de plenitud al amanecer anclada a ti.
Ya no recuerdo cómo me sentí la primera vez que me besaste.
Ya no recuerdo la última vez que lo hiciste.
Y ya casi no pienso en ti.


















Pero a quién quiero engañar. Nunca se me dio bien eso de mentir.

miércoles, 19 de febrero de 2014

De amistad y vendavales.

A Bel, que me ha salvado más veces de las que pude caer.

Es la segunda vez que te escribo, a casi dos años de distancia de la primera, y han cambiado tantas cosas que ni siquiera recuerdo en qué punto exacto dejé de ser yo para que bajaras a rescatarme como has hecho desde que nos conocimos.

Tú, que te bebías mis lágrimas como si fueran tuyas y tenías la fuerza que yo no tenía para sonreír a pesar de que la vida te había dado un revés en la mandíbula, mucho más fuerte del que nunca me darían a mí; conseguías sacar mi voz de un silencio que me dejaba sorda.
Tú, que me entendías hasta callada y me enseñaste que perder la vida era una forma de mantener siempre vivo a alguien, me hiciste ver que para acabar con la oscuridad sólo tenía que encender una vela con la cerilla que tenía escondida en mis pestañas húmedas.

Y que nunca dejé de ser yo.
Que nunca dejaste de ser tú.

Que como tú me dijiste una vez, "me has salvado más veces de las que he estado a punto de morir", y eso vale 34 atardeceres.

Ya fuiste la razón de alguien. Fuiste y eres el amor incondicional de un sueño que no se disipa en el aire. De un sueño que es y está.

Que no se ha ido.
Que no se irá.
Como ella.

Pero algún día llegará un vendaval a tu vida, y te convertirás en su verdad. En la verdad que siempre te resistes a ver cuando el viento te trae la brisa de un verano difuminado y no dejas salir esa sonrisa por miedo a que llegue un invierno tan frío que consiga congelarte.
Pero tu corazón es capaz de quemarse en pleno Polo Sur y derretirlo todo.

Y serás grande e invencible.
Como has sido hasta ahora.

Ella lo supo al tenerte en brazos por primera vez, y yo lo sé. Como se sabe que los ríos nacen en las frías montañas y van a morir al mar pero no mueren.

Como tú.

miércoles, 12 de febrero de 2014

La esperanza es universal.

En Argentina hay miles de niños
separados de sus padres
al nacer.

En Palestina un chico muere al proteger a su hermano de un ataque israelí.

En La India hay niñas
obligadas a vender su cuerpo
por un puñado de té.

Y en Somalia una anciana
llora al ver cómo su hijo
se ve obligado a huir.

Y aquí hay banqueros
rompiendo hogares,
también hay niños pasando hambre,
Caprichosos que buscan
ahogar la nostalgia
en un vaso roto.

Pero si hay algo universal
es la esperanza de que cambie todo.



viernes, 31 de enero de 2014

'Benijo' nunca sonó tan triste.

Tengo a Andrés de fondo
y 'Benijo' nunca sonó tan triste.
Por aquello de que a veces
el cuerpo te pide algo de tristeza
cuando llevas
demasiado tiempo llorando
sólo de alegría.

El problema viene
cuando hay un sitio de sobra
en mi cama
y es ella quien se tumba
a mi lado, y no tú.

A la tristeza no le gustan los niños,
¿te lo puedes creer?
Qué sabrá la tristeza de alegría
si nunca te vio reír,
ni sintió un escalofrío
al coger tu mano izquierda por primera vez.

Ni siquiera le gusta el chocolate
con naranja,
y yo que pensaba
que era el mejor sustitutivo.

Tampoco le gusta pasear de la mano;
prefiere anudarse en mi cuello
y apretar con fuerza, asfixiándome.

Y hoy casi no puedo respirar
porque

no
estás,
y te echo de menos
como si nunca te hubieras dejado acariciar.

Me he permitido la licencia
de decirle que se largue,
que no quiero saber nada de ella,
que sólo la quiero en las películas,
el teatro o algún poema.

Que deje sitio a la esperanza.
Que a ella sí le tengo reservado un hueco
en mi vida.

Justo entre

y
yo.

A 127 días de haber empezado una historia con un futuro incierto.

lunes, 27 de enero de 2014

A golpe de poesía.

Permíteme decirte a golpe de poesía
que no hay noche ni día
en que mis manos no te busquen.

Que no hay tormenta ni deriva,
que no hay infierno ni lascivia
si tu lengua no conduce.

Que me he pasado la vida
buscando tu sonrisa
sin saber que la buscaba.

Que he caído rendida
a cada gramo de saliva
que me dabas.

Permíteme decirte a golpe de poesía
que he caminado perdida
buscando una luz al final del túnel.

Que me he encontrado con tu vida
y he comprendido que la salida
era tu voz en medio de la urbe.

viernes, 24 de enero de 2014

Hacerte Amor.

Riégame el corazón
que mis sueños tienen frío
si no despiertan a tu lado, amor.

Calma mi sed con tu sexo tenue,
con la avidez de un búho
que vigila la noche
mientras duermes.

Fusióname con tu suave pecho, amor.
Que no encuentro
metáfora que pueda definirte
sin nombrarte.

Hacerte y serte única como el monzón, que llega y arrasa destruyéndolo todo, reconstruyendo cada cimiento.

Y hacerte Amor.

Como de una flecha la punta,
como la hierba y la hoz.
Como la piedra y el tirachinas
como mi boca y tu temblor.

Indispensable.

domingo, 5 de enero de 2014

Al hijo que un día tendré.

Al hijo que un día tendré.

Buenos días, pequeño.
¿Qué tal has dormido? Por tu carita seguro que bien.

Te preguntarás quién soy. Bien, me presentaré:
Soy Mamá. Tu otra Mami está dormida, aquí, a mi lado.

¿Sabes?
Tendrás la sonrisa de tu madre. La misma sonrisa que me enamoró el día en que la vi por primera vez.

Tendrás sus ganas de vivir y descubrir. Serás tan trasto como lo era yo, y tan dormilón como ella.

Querido Dante, tu mamá te acogerá en su regazo y te hará invencible, como hizo conmigo.
No habrá nadie que te haga daño y tu sonrisa iluminará toda la habitación.
Grabaremos tus primeros pasos, lloraremos de felicidad con tu primera palabra, y tu Mami y yo discutiremos por cuál de las dos dirás "Mamá", (eso si no haces como yo, y dices "sandía", pero ya te contaré esa historia).

Te haré peinados con espuma cuando te bañe, te vestiré de Super Mario y llenaremos nuestro hogar con tus fotos.

Te leeré cuentos cada noche hasta que caigas rendido, y tendrás grandes aventuras en sueños, (aunque más de una vez nos lo quitarás, pequeñajo).
Te dejaré pintar las paredes y no pondremos límites a tu imaginación.

Tu primer día de guardería será más difícil para nosotras que para ti, porque tú te enamorarás de los colores y de la pintura de dedos, dejando volar tu creatividad cada día, y tu madre y yo nos miraremos, felices, porque te irás haciendo mayor.

Pequeño, crecerás, y deberás enfrentarte a nuevos retos. El primer amor, el primer suspenso, el primer profesor al que llames "cabrón", (pero de esto no le digas nada a Mamá, que no le gustará que digas tacos).

He de decirte que prometí a tu mamá que nunca querría a nadie más que a ella, pero he faltado a mi promesa desde antes de tenerte en nuestros brazos.

Y te aseguro que serás feliz, y que no habrá nadie en el mundo que te quiera más que tu mamá y yo.

Te espero con ansia, pequeño Dante.
Nos veremos llegado el momento.

                                              Mamá.

(Y no hagas ruido, que Mami sigue durmiendo, aquí, a mi lado).

sábado, 4 de enero de 2014

Mi campo de batalla está en tus labios.

Cuando estoy afónica,
sin voz
mis ojos se declaran
en guerra con tus besos.
Y buscan una excusa perfecta
para lucharte.

Yo, que nunca creí en guerras,
vivo gracias a la idea
de tener una batalla cada día
con tus labios.

Y te miro,
y ya no eres musa,
sino arte.

Eres pluma, temple.
Valor, poesía y estandarte.
Amor incondicional
particular campo de combate.