miércoles, 27 de noviembre de 2013

Hablemos de impotencia.

Os escribo desde el suelo,
usando mis suspiros de tinta.
Yo, que creía haber sacado
el puñal de mi estómago
-Insensata, eso me pasa por lista-.

Jodido puñal de la impotencia.

¡¿Qué te he hecho yo a ti?!
¿Destrocé tus sueños?
¿No te afilé como debí?
Mierda.
MIERDA.

Sonrisa muerta,
rabia contenida,
ansiedad derramada
en un silencio homicida.

Misma fecha,
cero clemencia,
mismo sentimiento,
volvemos a urgencias.

Pero esto
no puede arreglarlo un médico.

No consiguen sacarme el puñal,
al fondo un niño llora,
-¿Qué le ha pasado a esa chica?
-Cariño, ha perdido las formas.

Pero cómo explicarle
a un niño
que la impotencia
de la traición
no es como una espina
que gira,
baja y sube.

Que la impotencia
te folla y no deja propina.
Que te conviertes en su puta,
y como su puta te prostituye.

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