jueves, 10 de octubre de 2013

Corazón con Transtorno Obsesivo Compulsivo.

Quizás para que entendáis esto debería explicaros brevemente qué es el T.O.C.

(El Transtorno Obsesivo Compulsivo se basa en una serie de "manías" que obligatoriamente nuestra mente nos obliga a hacer y, que en caso de que no las hiciésemos, provocaría ansiedad y diferentes alteraciones dentro de la gravedad del caso.
Por suerte, mi caso es leve y no ha influido demasiado en mi forma de vida.
Dicho esto, siempre he tenido cierta aversión por los números impares. No los soporto y todo el que me conozca sabe que siempre tengo que llevar algo par encima. Una pulsera en cada mano, dos collares, etc. O incluso cuando el volumen está en un número impar, me veo obligada a cambiarlo hasta llegar a un número par).

.

Podría comenzar con el típico: "Sinceramente, no sé cómo empezar a escribir esto", pero no quiero caer otra vez en la misma estructura de siempre.
Dicen que desnudarse es muy difícil cuando estás lleno de complejos, cuándo sólo ves los fallos y ni siquiera te esfuerzas en potenciar tus puntos fuertes.
Pero, ¿y cuándo tu complejo eres tú mismo? ¿Y cuándo ni siquiera te desnudas para ti? No me refiero únicamente a desnudarme y despojarme de la ropa que me abriga. Sino desnudarme en todos los sentidos.

Me he cansado de vivir caminando de puntillas en aceras impares por miedo a lo que pueda pasar dentro de 6 minutos o de un par de meses.
He buscado dentro, y he encontrado un corazón contagiado por un Transtorno Obsesivo Compulsivo leve, y he sentido que sus pulsaciones eran pares, cuando mi corazón siempre había sido impar.

(Impar-par.
Impar-par.
Impar-par.)

¿Me he asustado? Sí, lo he hecho. Era obvio.
Sin saber cómo, mi corazón ha pasado de ser una máquina de ritmo impar, (una máquina errónea para mí), a convertirse en un órgano de ritmo par.
Equilibrándome.

(Par-par.
Par-par.
Par-par.)

Junto a él había un dragón de aspecto fiero y con cara de pocos amigos.
Me ha mordido.
Dos colmillos marcados en mi mano.
Dos.
Número par.

Quizás sea una marca que me recuerde esta "transformación". O tal vez un aviso. Un "No te fíes de tu corazón, que lo par no siempre es bueno y conlleva sus riesgos."
Pero creo que el dragón no entiende que prefiero los riesgos de un ritmo par, a la estabilidad del ritmo impar que me dominaba antes.

Y le he dicho a mi corazón que no se pare.
Que lata con fuerza cuando me río, que no tengo miedo, que ya no soy aquella niña a la que le daba pánico pasarlo mal. Que ahora quiero cometer la locura que no cometí antes: Arriesgarme.
Quiero que se haga notar y me retumbe el pecho, aunque me puede que me acabe doliendo, pero también puede que no.

Que ya no quiero buscarle las tres patas al gato porque he comprendido que quizás el gato sea feliz así, y lo único que podemos conseguir buscándolas sea un arañazo.
Así que, ¿por qué hacerlo? ¿Por qué complicarnos la vida buscando números impares, estables y aburridos, de esos que provocan ansiedad? ¿Por qué no dejarnos llevar por los latidos de número par?

Que ya no quiero esperar sentada sin hacer nada limitándome a mirar.

Que quiero actuar.
Que quiero arriesgar.
Que voy a ser valiente.
Que voy a admitir de una jodida vez y sin miedo que estoy enamorada de ti.

Y que no quiero buscarle tres pies al gato, porque soy feliz así, dejándome llevar por el ritmo par de un corazón con Transtorno Obsesivo Compulsivo.

1 comentario:

  1. Me gusta, de verdad, ese brote de positivismo que se percibe. Espero que los impares no te compliquen la vida, porque seguro que ellos hay cosas maravillosas por descubrir.

    ResponderEliminar