martes, 29 de octubre de 2013

Poro, cicatriz y comisura.

Dejármelo todo en su cama.
(Y por 'todo' entiéndase a ella).

Escribir a las estrellas
preguntándome
qué coño pasa
que tengo esa sonrisa
cada vez que su culo pasa
por delante de mis ojos.
(Y muero).

Que trasteo con sus pestañas
mientras el sol entra en escena.
(Y exploto).

Que mi corazón
ha recargado la batería
gracias a sus besos
y que no hay gasolina
más potente
que su sexo.

Que me ha visto comerme
el mundo.
(Y por 'mundo' entiéndase
a ella).
Que me ha visto caer
(y resucitar entre sus piernas).

Que me ha visto
desprovista de muro
(y armadura),
que ha besado cada poro
cicatriz y comisura.

domingo, 20 de octubre de 2013

Echarte de menos es una putada.

Echarte de menos es una putada.

Sobre todo cuando me despierto
y es la almohada la destinataria
de mi abrazo,
y no tú.

Caminar bajo la lluvia sin ti
viene a ser algo parecido a permanecer descalza
sobre placas de hielo
sin poder avanzar,
y verte de espaldas
al final del lago.
Pero al girarte,
es la zorra de Distancia
quien me sonríe
y no tú.

Cruzar entre los coches,
los semáforos
y las caras tristes
pierde la gracia
si no me siento protegida
por la firmeza
de tu mano izquierda.

Echarte de menos es una putada
(Y de las grandes).
Sobre todo cuando
me cruzo con alguien
que huele a ti.
Pero no es tú.

(Y no imaginas cuánto duele).

viernes, 18 de octubre de 2013

Sevilla es más Sevilla desde ti.

Sevilla es más Sevilla,
desde que amanecí
anclada a ti,
como un barco
que huye de la tormenta.
Y paseo de tu mano
camino de la Alameda
mientras la Luna
se muere de envidia
porque las estrellas
te prefieren a ti.

Frágil y fuerte,
como un metal
a punto de derretirse.
Así me siento
cuando me miras.
Y pierdo el Norte
el Sur, y el Este.
Y hasta el Sol
se ha vuelto loco
Y sólo sale
por el Oeste
desde que sabe
en qué lado
de la cama duermes.

Que ahora Sevilla
Es más Sevilla
desde que me besaste
en una de sus calles.
Que ahora Sevilla
es más Sevilla
porque que he vuelto.
(Para enamorarme
de tus
malditos
andares).

miércoles, 16 de octubre de 2013

Echarse de menos está sobrevalorado.

Pongamos que
conozco tu cuerpo
al milímetro.
Que soy experta
en tus puntos débiles
y tú perfecta
para ser el mío.

Que he dejado
las medias tintas
para aquellos
que hablan sin tener
nada que decir.

Es curiosa la vida
cuando hablamos
de rutina o de amor.

Cómo nos enfrentamos
a una realidad
más bonita
cuando camino
agarrada a tu cintura,
como si los adoquines
se estuvieran derrumbando
bajo mis pies.

Como si tu espalda
fuera un mástil
al que asirme
en noches de tormenta,
y hace(s)
que me sienta invencible.

Que echarse de menos
está sobrevalorado
si hablamos
de cómo se me eriza
la piel
al recordar tus dedos
paseando por mi vientre.

Que ya me sé eso
de que nada es eterno,
que tiempo al tiempo
y que todo se verá.

Pero, mientras tanto,
prefiero esperar
desde la comisura
de tu ombligo.

Que yo no tengo prisa;
(y parece que el tiempo tampoco).

domingo, 13 de octubre de 2013

Desnúdate de miedo.

Huir de tu sabor
sería un luto innecesario
queriendo tu mano en mi mentón,
y en la Luna el resplandor
de tu sexo mojado.

Desnuda de miedos y promesas,
te muestras cauta en el poemario
de todo aquel poeta
que sólo se atrevió a retratarte
en el prólogo
de su obra.
Como si te desvistieras
en un trazo.

Clama al cielo tu gemido
clava en mi espalda
el soneto
de tu carne hecha orgasmo.
Difumina tus uñas
como lluvia entre mis manos.

Tiembla, jadea, respira
en mi oído.
Pega tu cadera a la mía,
como en un tango argentino y renovado.

Cálida, desnuda y dormida.
Gimen el cielo y el suelo
al contemplarte
desprovista de armadura.

(Y tiemblo).

jueves, 10 de octubre de 2013

Corazón con Transtorno Obsesivo Compulsivo.

Quizás para que entendáis esto debería explicaros brevemente qué es el T.O.C.

(El Transtorno Obsesivo Compulsivo se basa en una serie de "manías" que obligatoriamente nuestra mente nos obliga a hacer y, que en caso de que no las hiciésemos, provocaría ansiedad y diferentes alteraciones dentro de la gravedad del caso.
Por suerte, mi caso es leve y no ha influido demasiado en mi forma de vida.
Dicho esto, siempre he tenido cierta aversión por los números impares. No los soporto y todo el que me conozca sabe que siempre tengo que llevar algo par encima. Una pulsera en cada mano, dos collares, etc. O incluso cuando el volumen está en un número impar, me veo obligada a cambiarlo hasta llegar a un número par).

.

Podría comenzar con el típico: "Sinceramente, no sé cómo empezar a escribir esto", pero no quiero caer otra vez en la misma estructura de siempre.
Dicen que desnudarse es muy difícil cuando estás lleno de complejos, cuándo sólo ves los fallos y ni siquiera te esfuerzas en potenciar tus puntos fuertes.
Pero, ¿y cuándo tu complejo eres tú mismo? ¿Y cuándo ni siquiera te desnudas para ti? No me refiero únicamente a desnudarme y despojarme de la ropa que me abriga. Sino desnudarme en todos los sentidos.

Me he cansado de vivir caminando de puntillas en aceras impares por miedo a lo que pueda pasar dentro de 6 minutos o de un par de meses.
He buscado dentro, y he encontrado un corazón contagiado por un Transtorno Obsesivo Compulsivo leve, y he sentido que sus pulsaciones eran pares, cuando mi corazón siempre había sido impar.

(Impar-par.
Impar-par.
Impar-par.)

¿Me he asustado? Sí, lo he hecho. Era obvio.
Sin saber cómo, mi corazón ha pasado de ser una máquina de ritmo impar, (una máquina errónea para mí), a convertirse en un órgano de ritmo par.
Equilibrándome.

(Par-par.
Par-par.
Par-par.)

Junto a él había un dragón de aspecto fiero y con cara de pocos amigos.
Me ha mordido.
Dos colmillos marcados en mi mano.
Dos.
Número par.

Quizás sea una marca que me recuerde esta "transformación". O tal vez un aviso. Un "No te fíes de tu corazón, que lo par no siempre es bueno y conlleva sus riesgos."
Pero creo que el dragón no entiende que prefiero los riesgos de un ritmo par, a la estabilidad del ritmo impar que me dominaba antes.

Y le he dicho a mi corazón que no se pare.
Que lata con fuerza cuando me río, que no tengo miedo, que ya no soy aquella niña a la que le daba pánico pasarlo mal. Que ahora quiero cometer la locura que no cometí antes: Arriesgarme.
Quiero que se haga notar y me retumbe el pecho, aunque me puede que me acabe doliendo, pero también puede que no.

Que ya no quiero buscarle las tres patas al gato porque he comprendido que quizás el gato sea feliz así, y lo único que podemos conseguir buscándolas sea un arañazo.
Así que, ¿por qué hacerlo? ¿Por qué complicarnos la vida buscando números impares, estables y aburridos, de esos que provocan ansiedad? ¿Por qué no dejarnos llevar por los latidos de número par?

Que ya no quiero esperar sentada sin hacer nada limitándome a mirar.

Que quiero actuar.
Que quiero arriesgar.
Que voy a ser valiente.
Que voy a admitir de una jodida vez y sin miedo que estoy enamorada de ti.

Y que no quiero buscarle tres pies al gato, porque soy feliz así, dejándome llevar por el ritmo par de un corazón con Transtorno Obsesivo Compulsivo.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Cállate.

(Cállate.
No.
Que te calles.
Escúchame.)

No voy a huir.
No voy a irme.
(Calla.)
No voy a ser aquella
que se hace la sorda
cuando pides a gritos
un "Quédate".

(SHH.)

No voy a largarme
sin mediar palabra.
No voy a ser otra vez más
aquella a la que le da miedo
luchar por algo.

Eso se acabó.

(No.
Cállate.)

Arriesgar es de valientes.
Y ya era hora de serlo.

Ya está todo dicho.

(Ahora. Habla.)

miércoles, 2 de octubre de 2013

Mil versos.

Y dedicar mil versos
a su cara de recién levantada,
cuando asoma un suspiro sobre mi cuello
y mi mano la sujeta por la espalda.

Notar como se agarra a mí,
como si de un momento a otro fuera a caerse,
y asustada, se siente refugiada en mi pecho desnudo.

Su pelo, mezclado con el mío
como si se tratara del destino enredado
en las ramas de un bosque sombrío.

Y sus latidos,
llevando el compás al rincón
más lejano de su ombligo.