lunes, 30 de septiembre de 2013

Os hablo del amor.

Podría hablaros del sabor de su sonrisa,
podría definiros la dulzura
con la que me aparta el pelo de la cara
cuando se dispone a besarme
y nuestras melenas se interponen en nuestro camino.

Podría describiros lo que sentí
el día que me cantó bajo la lluvia
resguardando su pelo de fuego
tras una capucha verde.
Y tras la luz de una farola lejana al fondo,
su fragilidad hecha lagrima.

Que si el poema se construye
de amor, besos y gemidos
ella le quita el puesto a cualquiera
de las musas en las que se inspiraron
Bécquer, Neruda o el mismísimo Lorca.

Que ya no reconozco la lluvia
si no es abrazada a ella,
que me gusta triste y me gusta feliz,
O cuando me sonríe entre beso y beso,
y saca la lengua y me adelanto a morderla,
como si de un inocente juego de niños se tratara.

Y, joder, podría contaros que no hay calle
en la que no me gustaría comérmela a besos
dejando a las paredes como testigos
de dos sombras que se estaban buscando
desde hace un siempre,
y se quieren desde hace nada.

Que no os hablo de una musa,
que os hablo de su olor,
de su mirada,
de su lengua.
Que os hablo del jodido amor.

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