lunes, 12 de noviembre de 2012

Guiomar.

Dormida, apoyada en el regazo salvaje de las flores estás, entregando tus sueños a una ilusión fugaz que se disuelve y se retuerce en cada cambio de sentido. Despiertas, mas tu pecho continua apoyado en la suave hierba, en la suave naturaleza que te acaricia, que te hace suya, como en un intento voraz de fundirse con tus ojos. Pero en tu mirada racial, escondida tras la salvaje hiedra, te encuentro posada en la hierba, Guiomar, y allí mis ojos se envuelven con el paisaje que crea tu cuerpo, allí en lo alto, Guiomar, tus ojos miran lejos, buscando un destino incierto, misterioso, acogedor...Tanto como tus ojos.

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