martes, 16 de octubre de 2012

Aún duerme.

Rodeadas de un paisaje extenso, comparable al mismísimo Edén o a aquel paraíso nebuloso de la Antigua Grecia en el que los dioses del Olimpo iban y venían sin descanso alegrándose con los carnales placeres que los mortales les entregaban...Ella...aún duerme.
Las coloridas flores que abrigan nuestros cuerpos desnudos no merman las ganas de adentrarme en la búsqueda de esa ansiada flor que todo aventurero ansió conseguir.
Me despierto, mi cabeza está acomodada en su pecho desnudo. Ambas respiramos a la vez...Ella aún duerme, yo...mantengo los ojos cerrados sintiendo su corazón, que aletargado, late adormilado en su pecho.
De pronto una de sus manos sube por mi espalda lentamente, lo cual consigue que corra por toda mi piel un escalofrío intenso, ella aún duerme.
Sin saberlo, asoma a sus labios una sonrisa, y así se despiertan mis deseos de besarla. Mis labios se acercan a los suyos, lentamente, hasta notar su cálido aliento en mis labios, pero ella aún duerme...

De pronto, su dulce sueño se ve alterado por una débil brisa que mueve su larga melena oscura, pero ella aún duerme...Sus dulces caricias se hacen notables en mi pálida y frágil piel, que se estremece como si un cubito de hielo paseara lentamente entre sus poros.
Abre sus ojos, oscuros y misteriosos que me transportan a un mundo fantástico y desconocido...

No ha salido una sola palabra de su boca cuando sus labios ya están unidos a los míos.
De repente todo se mueve con un compás más lento...Las flores tornan a colores más vivos y el sol brilla sutilmente tras las esponjosas nubes que le ocultan caricias desconocidas para él... Mi inocencia se desdibuja con cada caricia de sus manos, de sus labios, de su cuerpo...Y así poco a poco conseguía que mi sentido común se difuminara con la facilidad que se borraba el lápiz del papel...
Sus besos recorren mi cuerpo, el débil roce de su pelo en mi pecho consigue que alce la mirada al cielo deshaciéndome cual madera entregada al fuego, mientras sus manos pintan con suaves notas el contorno de mi cuerpo que, estremeciéndose de placer, hace suyo sin contemplación.
Y me besa, besa cada milímetro de mi piel, alentando a que esa frágil mariposa, extasiada por sus besos, abra sus alas y comience su dulce y ágil vuelo por el límite de la lujuria, que se encuentra escondido en sus cálidos labios, que se contagian de ese mágico vuelo en el que mi sentido común se pierde...

Y así se funden los límites que separan su cuerpo y el mío, formando un solo ser entregado al éxtasis y el placer.

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