viernes, 28 de septiembre de 2012

Algo hay, y es lo suficientemente fuerte para que nos hagamos tanto daño y nos sigamos queriendo.

El mimo

El masoquismo nos domina. Finjimos que no pasa nada, pero lo hacemos mal. Se nos da fatal actuar. El mimo nos mira incrédulo. Es un espectáculo dantesco por el que no vale la pena pagar un mísero euro, pero ahí está, con esa sonrisa malévola, con esa mirada vacía y a la vez llena de espectación.
 El mimo se mantiene inmóvil, firme, como si no pasara nada a su alrededor, como si la obra que está viendo no le transmitiera absolutamente nada. A veces se mueve, tiene tics en algunas escenas de este teatro encadenado al marasmo. De pronto se acelera, sonríe y llora desconsoladamente sin control alguno. Su mirada se dispara hacia nada sabe donde...Pero la obra continúa. Espectante sigue observando...En tensión, pero inmóvil. Nervioso, pero firme... Pasan las horas, los días, las semanas...y esta obra de teatro no cambia, siempre es el mismo guión. Una y otra vez las mismas palabras, el mismo desazón, la misma recaída. Pero el mimo no se aburre. El mimo sigue observando espectante las destrucción de dos seres que él mismo ha creado. De dos seres que forman parte de él. El mimo observa su propia autodestrucción.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Lluvia

La lluvia cae sutil. Los retazos de mi armonía se deshacen entre mis manos. La lluvia va purificando cada poro de mi piel, que va recorriendo mi cara. Dos lágrimas caen, pero sólo me percato cuando llegan a mis labios. Su sabor salado me hace comprender que dos lágrimas no son nada entre la lluvia.

martes, 25 de septiembre de 2012

Ojalá pudiese odiarte.

Me gustaría odiarte. Odiarte como nadie lo hizo nunca. Cabrearme de tal forma que no quisiera volver a verte nunca más. Que mi sonrisa y mi sufrimiento incesantes no se debieran a ti. Me encantaría que mis estados de ánimo no dependieran de los tuyos, que mi inseguridad se esfumase. Me encantaría irme lejos y olvidarme de ti. Pero no...No puedo olvidarme de ti. No puedo imaginarme sin tenerte dormida en mi hombro, sin sentir tu olor en mi chaqueta, sin abrazarte... por el sencillo hecho de que estoy enamorada. Sí...por mucho que me duela, estoy completamente enamorada de ti y no puedo hacer nada. Porque nunca fuiste mía.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Vísceras

Las vísceras me salen por la boca. El corazón remonta por mi esófago mientras mis lágrimas caen sin poder evitarlo. No puedo hacer otra cosa que esperar lo desconocido. Lo que no sé si un día pasará, éso que se esconde tras tu mirada impasible y fugaz.
Noto tu olor en mi hombro, en mi chaqueta, y casi puedo percibir la sensación de tenerte acurrucada en mí, dormida, notando tu respiración en mi pecho.
Suspiro. Y tu brazo derecho me rodea, acurrucándote aún más. ¿Qué se supone que debería hacer?
¿Alejarme? ¿Irme? ¿Salir corriendo? Puede que quizás fuese lo mejor. Pero soy tan jodidamente masoquista que prefiero tenerte dormida en mi hombro por mucho que me duela, antes que fuera de mi vida. Como una rosa con espinas.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Kamikazes

A golpe de cincel, su mirada se encallaba en los alrededores de mi corazón. El mar de su olor merodeaba mis debilidades, que miraban con recelo a la espera de un desastroso final.
No fuimos más que kamikazes palabras, sacos de debilidad que asomaban asustados sabiendo el caótico desastre que acontecería.
Notas desde los infiernos, desde el abismo más oscuro del ser humano me gritaban, me alarmaban de que no tenía nada que hacer con esta sensación que me flagelaba el alma.

Pero regalé mi corazón, me regalé, aún sabiendo que no perdería nada, porque nunca fuiste mía.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Latidos enjaulados.

El teléfono me dice que estás viva, pero sólo veo distancia. Me falta el aire y tú estás cerca, pero más lejos que nunca. Las mariposas que sobrevolaban mi esófago se suicidan, en un ataque voraz hacia mi corazón, que, con la armadura destrozada, recibe pasivo los golpes. Lo complicado de mi corazón es que siempre vuelve, como si quisiera escapar, como si deseare fervientemente volver a sufrir daño y encontrar en la muerte, la vida. Resuena en sus latidos el eco de canciones tristes que conozco, besos que perdí... Pretendí jugar a desarmarme, a abrazar más fuerte, a enamorarme de una sonrisa que nunca me perteneció. Quizás el mayor problema es que fui tan inocente de pensar que era invencible.

martes, 18 de septiembre de 2012


Finjamos ser desconocidos.

Finjamos que no somos más que desconocidos que se cruzan por la calle y se miran impetuosos. Recorramos nuestros cuerpos con miradas enlazadas que buscan un porqué a tanta belleza acumulada. Somos balas perdidas. Noches vacías que se enamoran del Sol impasible, imposible de alcanzar.
Finjamos que todo se acaba, que la similitud entre nosotros no era más que agua que corre fuera del cauce, que el Karma jugó con nosotros y todo se haya vuelto gris. Finjamos mirarnos con indiferencia, como si no te hubiera besado, finjamos presupuestos para nuestros corazones oxidados, luciérnagas ciegas que dicen adiós a algo que se convierte en un falso recuerdo.

45K Y0UR53LF.

Os presento el texto de mi muy querido y admirado 45K Y0UR53LF. Espero que os guste.


Y ahí estás tu, otra vez esperándome, como tantas otras veces. Desde el momento en el cual mi camino se enfila hacia el lugar en el que, con cierto desinterés observas a los transeúntes que abarrotan este singular espacio del universo en el que hemos decidido encontrarnos.

Me gusta esa forma de mirar que tienes para los desconocidos, recelosa y cómplice de nada, continúo caminando súbitamente perdido en mis lucubraciones hasta que veo que sin ocasión a esconderme, soy presa de tu mirada, que escruta sin temor ni demora cada una de mis pisadas.

Entre tanto, dentro de mí, mi cerebro se paraliza, mis defensas se inhiben y vuelvo a caer víctima de ese hechizo que no es si no que por un breve segundo mi mirada huidiza se encuentre con la tuya en un disparo de sentimientos deseosos de escapar y bramar por el horizonte como padece mi malogrado corazón.

Me encamino hacia ti, temeroso y desprovisto de confianza, vuelvo a dirigir mi mirada hacia tu silueta y doy una última calada al cigarrillo que pretende, tristemente, evadirme de la pesadez del caminar.

Te admiro, simplemente contemplo las delicadas formas de tu perfecta figura. Reparo en cada detalle sin poder articular en mi mente más palaras que: “Que hermosura, Quien fuera digno de ella.” Y justo en ese instante, vuelvo a perderme en el mapa de tu cuerpo.

Me envidio a mi mismo por tener la suerte de poder volverte a ver una vez mas y saber que aún no te he perdido del todo. Un poco más consciente, pienso ahora, ¿Qué estarás pensando tu en este preciso instante? ¿Qué hay en tu mente? Quizás, únicamente estés pensando en que harás después de haber transcurrido el tiempo que dure nuestro encuentro. Quién sabe que es lo que en tu mente ocultas.

Mientras tanto, Ahí estoy yo, tímido, receloso y dubitativo, como siempre, desde que nos conocemos. Por alguna razón, todo lo que gira en torno a ti ha sido y será siempre un enigma irresoluble.
Cuando me encuentro situado ya a pocos metros de ti, comienzas a acercarte y yo te brindo una sonrisa y abro los brazos en señal de cariño.

Entonces, una vez mas, me regalas lo que para cualquiera sería nada pero que, es al mismo tiempo, para mi, una necesidad.

Te abrazo durante unos segundos y me aferro a ti como si no volviese a verte jamás, Respiro profundamente y me dispongo a articular estas palabras que son una súplica demandando tu atención y tu cariño, Acerco despacio mis labios a tu oído y susurro muy débilmente:

“Per favore, Non andare, Ti amo”

Finalmente, simplemente rezo por no ser exagerado una vez mas y que mis palabras no den pie a una retirada y que me prometas, únicamente, que te quedarás a mi lado, que jamás me dejarás.

Tras esto, vuelvo a respirar hondo, me separo de ti y vuelvo a enfrentar mi mirada a la tuya y espero una respuesta, orden o sentencia que de un modo u otro me arranque el alma, inunde mi cuerpo y me despierte de este sueño tan placentero como amargo que estoy viviendo.

45K Y0UR53LF.

Ninguna decisión es en vano.

Sin piel.

Me arranco la piel lentamente, poco a poco, se despegan las yemas de mis dedos, se resquebraja mi espalda y la tiro lejos...Muy lejos. Pero aún así el miedo no cesa. El rumor del viento me golpea en la cara y tengo calor, ése calor que me araña la garganta y me aprieta hasta dejarme casi sin aliento. El pánico se apodera de mis venas y mariposas suicidas salen de mi boca, cortando con sus afiladas alas todo cuanto rozan.

Pongamos que.

Pongamos que te echo de menos. Pongamos que te miento y que niego sentir esto que siento cada vez que te acercas a mí y tengo que fingir que no pasa nada. Pongamos que no te encuentro. Pongamos que ni si quiera me encuentro a mí, y esto me come por dentro. Pongamos que me escondo, pongamos que sonrío porque no me queda otra, mientras tú estás cerca y yo te siento cada vez más lejos. Pongamos que no hablo. Pongamos que se me hace difícil mirarte y evitar echarme a llorar. Pongamos que me cuesta aceptar que todo acaba. Pongamos que de esto...de esto ya no queda nada.

Insomne

Insomne. Embriagadora locura que me ahoga. Luz potente que me ciega. Ánima errática que me abraza en la distancia. Florituras tremebundas de un corazón asfixiado que palpita en un último esfuerzo. El eco de un suspiro que conozco. La sonrisa de un abismo que me llama y me dice: No te vayas.
Acurrucada en mi subconsciente permanece adormilada una sensación que duerme. Una sensación...Una pasión tan voraz e incansable que incluso asusta. Un temblor de notas que viaja en una suave melodía con su vaivén correspondiente.
Ideas sin palabras y palabras sin sentido de algo que ni te atreves quizás a sentir pero que merma tu capacidad de frenada ante algo que te llama a gritos: Tu corazón.

Ése que ahoga, ése que palpita sin preguntar, ése que se sale del pecho e insta a decir cosas que pensabas no volver a decir nunca. Ése mismo corazón que hace que la voz apagada que calló una vez vuelva a la vida y te haga sentir viva. Ése corazón que al mismo tiempo duele. Ése corazón que encoje el alma, ése corazón que consigue decir lo que siente en ése instante, sin pararse a pensar siquiera si decía un disparate.

Como una obra de arte encerrada en un sótano, como un beso a escondidas, cómo un escalofrío, como un bohemio escultor que talla a la mujer de sus sueños, ésa que ha sacado de su imaginación. Ésa musa. Ésa reina. Ésa mujer...Ésa realidad.
Quizás debería hacer una introducción, una explicación de por qué creo esto. No pretendo que me lean, no pretendo que me admiren, sólo son delirios de una psicodélica artista.